Faltaba poco para llegar a la costa; se veían siluetas de barcos en el puerto. El traficante nos había ordenado que fuésemos en silencio, sin luces, incluso llegaría a apagar el motor para que no nos detectasen. Tuve miedo. Sabía que muchos no llegaban, que se ahogaban en el Estrecho. Empecé a rezar a un dios que no solía escucharme, que permitía que África estuviera en una situación insostenible de miseria, enfermedad, guerras, corrupción...Recé para que por fin pisáramos tierra, una tierra libre y rica donde conseguir mejorar mi vida.
A cierta distancia de la costa, nuestras pupilas veían las luces de los coches, las farolas e incluso divisaban los edificios cercanos; brillaban nuestros ojos de alegría ¡lo habíamos conseguido! Entonces se paró el motor y el traficante empezó a empujarnos al agua, decía que ya podíamos llegar, que lo habíamos logrado y que él tenía que volver a Marruecos.
Algunos agitaban los brazos, manoteaban, gritaban, se hundían agarrándose a otros que inexorablemente se ahogaban también; otros nadábamos hacia la playa, esa playa a la que solo llegamos nueve de los veinticinco que subimos a la patera.
En la playa fuimos auxiliados por unos seres extraordinarios o al menos me lo parecieron. En todo mi largo caminar, cruzando media África, nunca había hallado personas que nos trataran tan bien. Nos dieron mantas y agua, trasladándonos a un edificio donde fuimos atendidos, se interesaron por nosotros, nos dieron comida y ropa nueva...Sin duda ¡lo había conseguido! En cuánto pudiera llamaría a mi familia. Hacía más de dos años que había salido de mi pueblo.
Al día siguiente, un compañero que hizo de traductor (era la tercera vez que venía a España) nos explicó que nos llevarían a un centro de internamiento y que lo más seguro es que nos deportaran. No podía ser, él había llegado a España, ya tenía los pies en tierra europea, conseguiría un trabajo y podría mandar dinero a su familia...No iba a volver, no podía volver sin nada. Su familia se había endeudado para que él pudiera hacer el viaje. No podía entender que los recibiesen con mantas, que les abrigasen, les diesen agua, techo, alimento y que después los devolvieran a sus países de origen, no tenía sentido...
La Luna, en cuarto menguante, brillaba en el cielo. La contempló desde la ventana del centro pensando que quizás su amada también estuviera mirándola. La Luna, se reflejaba en el mar e iluminaba los cuerpos flotantes de sus compañeros ahogados. La Luna, en cuarto menguante, miraba una patera que se dirigía a Marruecos y, de pronto, fue embestida por ¿un buque? La Luna no supo qué fue lo que hundió la patera y siguió brillando en el firmamento. mmhr/2014
10 comentarios:
Y es que la LUNA, al igual que LOS SERVICIOS SOCIALES, nos deslumbra con su "belleza", pero, finalmente, sigue su rumbo impasible.
Y, tengamoslo claro, seguiran intentandolo hasta lograrlo o que la santa muerte les libre de la lucha.
Lo mismo pasa en la frontera mexicana.
Besos, amiga Mercedes por este bello relato.
Sabes ver la imagen de la luna desde otra óptica...realmente sentida!
Saludos
Buenos días, igoa. Viviendo en el sur se siente, creo, mucho más cerca el problema de la inmigración; la gente ayuda, pese a que incumplen las leyes, a los inmigrantes que consiguen llegar sin ser acogidos por la guardia civil y cruz roja; los acogen en sus propias casas porque es una cuestión de hermandad, de humanidad. Por supuesto, sin generalizar, aquí que hay mucha pobreza y una altísima tasa de paro por lo que hay quienes los ven como la competencia (parados que ignoran casi todo de esos hermanos africanos) y quienes los ven como una oportunidad de lograr mayores beneficios (empresarios sin escrúpulos que los explotarán).
Muchas gracias. Besos.
Muchas gracias, Mark. Saludos
Mercedes: un relato muy triste, pero tan real que ocurre bastante a menudo. Dejas a la familia en la tierra que los vio nacer, pero que no les da nada para comer...recorres mucho camino intentado llegar a un lugar en donde también, por desgracia, hay mucho paro y gente que no tiene ni casa para cobijarse... Aquí en Torrevieja hace unos días llegaron de madrugada tres pateras con una 20 inmigrantes procedentes de Argelia, Marruecos y Túnez..algunos eran menores de edad y tuvieron que ser atendidos en el hospital debido a su estado físico...me imagino que una vez recuperados volverán al punto de salida....un besito
Buenos días, Águeda. Es triste porque refleja la realidad que también lo es.¡Ojalá podamos algún día cambiar esta situación y qué no tengan que jugarse la vida de ese modo! Besos.
Y es que hay muchos que todavía no quieren saber (o prefieren ignorarlo) que la luna sale para todos igual.
Gracias y saludos.
Mercedes, no creo en que los rezos sirvan para paliar la gran tragedia. Desde nuestras atalayas de occidentales acomodados criticamos y hasta rechazamos al diferente, porque, dicen que vienen a quitarnos el trabajo. ¿Y cuando nadie quería hacer el trabajo que ellos han hecho por miseros salarios?.
Besos.
Hola, Independiente Trashumante. Pienso que prefiern ignorarlo, que no turbe sus placenteras vidas. Gracias, a ti. Saludos.
Hola, Inma. Los rezos no sirven para nada, lo descubrí muy joven. Los africanos que he conocido suelen ser creyentes, cristianos, musulmanes e incluso animistas; es por lo que hice alusión a ello en el relato. Respecto al tema laboral siempre digo lo mismo que tú: los inmigrantes vienen a hacer aquellos trabajos que consideramos muy duros o "poco dignos" para nosotros. Esos mismos trabajos que aunque ahora lo ocupen muchos españoles, todavía hay a quien se le caen los anillos, rechazándolos y viviendo de la familia. Besos.
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