Una fría mañana de noviembre, la del 29 para ser más exacto. Lunes a las seis de la mañana. Una intensa niebla envolvía la NIV, al salir de Sevilla. Me dirigía al trabajo, un instituto de un pueblo costero gaditano, como cada día de lunes a viernes...Escuchaba M80, ¡vaya niebla! No se veía nada, los coches que me pasaban desaparecían fundidos en la niebla. La señal indicaba que la máxima velocidad permitida era 100 km ¡100! Con esa niebla no se debe ir ni a 80. Es una carretera muy peligrosa. Tom Jones cantaba como un poseso, me distraía y apagué la radio. Creí haber llegado a una curva, no muy cerrada, pero fatídica. Era un punto negro, lo sabía. Cada día había allí muchos accidentes. Intuí que estaba en ella, porque ver lo que se dice ver, no veía nada. En ese momento una furgoneta me adelantó a gran velocidad, casi me rozó. Me asusté, y no sé cómo -probablemente frenaría- el coche chocó con la mediana, se giró a la derecha y sentí un fuerte golpe que lanzó el coche hacia delante muchos metros. Otro coche me había dado por el costado derecho y me arrastró más veinte metros. Me golpeé la cabeza con el parabrisas, pensé muy deprisa, grité, seguí pensando, "debo salir, debo salir"...El coche se había parado junto a la mediana, salí temblando y me senté en la tierra, junto al seto, en medio de una autovía envuelta en una espesa niebla. Un coche se paró a auxiliarnos y, en ese momento, un camión a toda velocidad pasó entre los accidentados y siguió adelante ¡no se había dado ni cuenta! Un guardia de seguridad de una industria que había en el otro carril se acercó y nos dijo que había llamado. La guardia civil y la ambulancia llegaron rápidamente. Me dolía la cabeza, sangraba por la nariz. Mientras me atendía el médico, la guardia civil me hacía preguntas que no recuerdo y me entregaron el maletín y mi bolso. El médico les dijo que estaba conmocionada y con una fuerte crisis nerviosa, que me preguntasen después cuando estuviera más tranquila. Desde allí mismo y ante mi insistencia llamaron a mi familia. En el hospital todo empezó a ralentizarse. Ya era de día, casi no me habían hecho nada, excepto ponerme la antitetánica. Al parecer me había roto la nariz, tenía algunos hematomas y pequeños cortes en las palmas de las manos. Tenían que trasladarme a otro hospital porque allí no había cirugía maxilofacial. Fue pasando el día, aunque no lo recuerdo bien, todo pasó por mi cabeza muy, muy rápido hasta que llegué a la UCI de Trauma.
¿Se acuerdan ustedes del camarote aquel con los hermanos Marx? Sopa de Ganso, ¡qué buena peli! en la UCI quedé ingresada. Allí encontré gente de lo más variopinta. Y lo que era dramático empezó a ser ¿cómico? La doctora me examinó y me explicó lo que le pasaba a mi nariz y lo que me tenía que hacer al día siguiente "porque hoy es imposible, ha sido un día terrible, caídas de caballo, accidentes de motos y ahora tú y claro tengo catorce operaciones..." Si yo iba a ser la última, mejor que me operase al día siguiente, pensé, no vaya a ser que con el cansancio me dejara la nariz mirando pá Gelves. Sentía como mi nariz estaba hinchándose por momentos y los cortes de mis manos, que nadie había mirado y ni siquiera desinfectado, comenzaban a cicatrizar con los pequeños cristales -al parecer de los faros, me corté cuando me senté al salir del coche- incrustados. La enfermera de turno me dijo que los cortes no tenían importancia, que me lavara las manos con jabón y agua caliente. Cuando entré en el baño me di de frente con el espejo, mi cara era un poema entre los ojos morados y la nariz hinchada -me recuerda a Robert de Niro en Toro Salvaje-.
Volví a mi cama después de lavarme las manos. Había más pacientes en aquel sitio, no había cortinas, bueno, una, que separa la zona por sexos. Frente a mi cama, había una señora algo más joven que yo, jugando al Tetri, y siguió toda la noche. El sonido de la maquinita, me estaba poniendo nerviosa. En otra cama, una anciana de postín se quejaba llamando brujas a las enfermeras, hasta que entró su nuera -una señorona con abrigo de piel y más joyas que la Macarena- que era al parecer con quien vivía, y entonces sería a esta a quién le dedicase todo tipo de improperios. Sin sueño y sin nada que leer, además que la luz estaba encendida, empezó a ser larga la noche. Tenía hambre, no había comido casi nada o nada en todo el día y como me iban a operar por la mañana, pues na de na. Estaba claro que pensando estas cosas no debía de estar tan mal. Entonces llegó una paciente a la cama de al lado, pinta hippie, bohemia...Y empezó a hablar, hablar, bla, bla. La enfermera nos dijo que si no pensábamos dormir y yo le dije que con tanto ruido como había más las luces que no podía. La otra paciente -¿Isabel? ¿Concha? No recuerdo, bueno, pues fue y le pidió un no sé que para dormir y la enfermera le dijo que ni pensarlo, que a ella no le iba a dar nada.
Esta mujer me empezó a contar que había intentado ¡suicidarse! varias veces y que allí ya la conocían, que hacía una semana se había tomado un bote de pastillas y tres meses antes se había tirado por las escaleras de su casa (tenía una fisura en la pelvis). ¡Qué noche me dio!
Yo, muy prudente no quería contrariarla, porque creo que ella utilizaba el suicidio, o más bien los intentos de suicidio para conseguir lo que le apetecía y tener a su madre, maridos y amantes bajo sus faldas. Eso lo deduje de las mil historias que me contó. Era una artista, pintaba, escribía poesía...Esa noche había intentado tirarse por una ventana de un piso bastante alto, pero claro había avisado a su ¿novio? ¿amante? ¿marido? amenazando que iba a tirarse si él no volvía, aunque ella decía que realmente lo iba a dejar...Nos dieron las cinco de la mañana sentadas en las camas hablando, bajito, para no molestar a la del tetri o a la vieja que ahora creía que éramos sus criadas y a todas nos decía brujas y más cosas.
Por la mañana, me dieron una píldora para que me relajara. La doctora vino a verme y me dijo "te voy a poner una nariz de cine" y yo le contesté que me dejara la que tenía que yo estaba contenta con ella. Al rato me llevaron al quirófano y cuando creía que me iban a poner la anestesia, entró la cirujana y me dijo "mira, he observado que durante la noche podías respirar bien a pesar de la hinchazón, así que mejor no te opero, vente a mi consulta dentro de una semana a ver como va". Yo me quedé de piedra y pensé que ella quería lucirse con un trabajito de estética en mi apéndice nasal y yo la he cortado pues no quería cambiar de nariz... ¿Qué iba a ser yo a mis treintaytantos con una nariz nueva? Total que después de pasar una noche inútilmente en aquella UCI del demonio, con la bruja de la vieja ¡pobrecita!, con el soniquete del tetri en mis oídos y la "suicida" pidiéndome el número de teléfono y yo sin saber como no dárselo (creo que le dije que no tenía, ¡increíble!, pero no se me ocurrió otra cosa en aquel momento de la despedida)...
Me dieron el alta y me fui feliz a mi casa.
Puedo contarlo. El coche, siniestro total. Trece días después, vuelvo al trabajo. La nariz se ha arreglado sola, no ha quedado ni huella. Creo que volví a nacer.
Vuelvo este año a pasar por la NIV cada día, aunque unos 10 km más adelante del lugar del accidente, en el que apenas pienso ya. Hace muchos años, diecisiete. Esta semana lo recordé porque el miércoles hubo niebla, tan espesa como la del aquel día y unos quince km de los que recorro no es autovía. La NIV en dirección Cádiz, entre Dos Hermanas y Los Palacios, sigue cobrándose víctimas cada año; cada día hay accidentes, con o sin niebla. El tráfico es muy intenso, sin alternativas, y con solo un carril para cada sentido...
Espero que antes de que me jubile, pueda ver el desdoble de esta fatídica carretera. mmhr/2011
NOTA: Me acabo de jubilar y no he podido ver le desdoble terminado. Septiembre /2020
fernandomaria dijo
Es el peligro que tiene nuestra profesión, estar siempre en la carretera. Cuando hay niebla recurro a la autovía, al menos sabes que no te viene nadie de frente, pero aún así...Ojalá veas el desdoble de la carretera.
Me alegro que lo puedas contar aquí, años después, al menos es buena señal.
Besos, Mercedes.
Helenacomite dijo
menos mal que estás vivala vocación y profesión médicas....
las UCI son lugares que me causan terror y mucha gente pierde su vida en esos boxes...
valoremos lo que tenemos
saludos
dezabaleta dijo
Me alegro sinceramente que puedas transmitirnos esta desgraciada navegación con esa espesa niebla...con tu simpática alusión al camarote de los hermanos Marx !Vaya susto!
Un gran saludo de este amigo
Mark de Zabaleta
merhum dijo
Fernando aquí no hay alternativa. Bueno hay una, pero pagando, en aquella época me salía por unas 2500 ptas. diarias, y claro no te puedes gastar ese dinero más la gasolina...Aunque ha mejorado bastante, el tráfico de mercancías es intenso y se forman largas colas de camiones y de muchos trabajadores por esta carretera de doble sentido y un solo carril por cada uno de ellos. Hay un tramo -negro- de unos diez km muy peligrosos, una recta en la que la gente se confía, no cumple lo que indican las señales y pasa lo que pasa. Para mi sobre todo lo peor es cuando las condiciones meteorológicas son adversas o es de noche, a veces ambas cpsas a la vez. Si el tiempo está bien, aunque tienes que ir muy atento, voy más relajada. Gracias. Besos.
merhum dijo
Gracias, Helena. Tengo un gran respeto por el personal sanitario, siempre están las urgencias desbordadas y faltos de personal. Hay profesiones vocacionales, como las sanitarias; para mi la enseñanza también es vocacional. Hoy lo he contado en clave de humor dada la distancia, pero lo pasé muy mal y suerte que iba sola porque el costado derecho se quedó totalmente destrozado. Afortunadamente puedo contarlo, sé que nací otra vez aquel día. Saludos.merhum dijo
Gracias, Mark. Fue un buen susto del que me repuse pronto. Sabía que tenía que seguir conduciendo cada día y desde entonces me planteé que si trabajaba cierta distancia, tenía que cambiar de residencia, que hay mucho peligro en la carretera. Un abrazo.inma dijo
Me ha gustado el relato, por la forma en que te lo tomaste, sentido del humor y mucha paciencia. Las UCI's son un pozo sin fondo para la inspiración....cuántos cuentos se podrían escribir con historias salidas de allí.Enhorabuena por salir ilesa; sobre la carretera...mejor seguir reivindicando, la que une SEvilla-Huelva no se queda atrás en accidentes, cada lunes era raro no ver, entre camas y Castilleja de tres a cuatro accidentes....
merhum dijo
Sí, libertad, se pasa miedo pero, sabes, prefiero conducir yo, soy prudente y cumplo las reglas, de reflejos no ando mal. Cuando he ido con algunos compañeros he ido en tensión. Me había roto la nariz, pero no había desplazamiento en la fractura, así que se soldó y ¡perfecto! Crecer, también la mía ha crecido, es lo normal Saludos.merhum dijo
Gracias, Inma. Nunca me ha gustado la de Huelva, es muy peligrosa y como me venía mejor pedía destino hacia Granada o Cádiz. He vivido un año en Castilleja y después trabajé en Camas mi segundo año, fue cuando empecé a ir a la autoescuela. He visto muchos accidentes por allí. Un beso.framulaverde dijo
Mercedes, menuda experiencia nos has contado por la dichosa niebla, menos mal que lo has podido contar, y la nariz no sufrió ningún cambio, así que me alegro que salieras bien de aquel día, y ya sabes cuidado que ahora viene un tiempo en el que la niebla, es corriente. Un abrazo.javierdemurga dijo
Estimada Mercedes: Tu accidente fue de los grandes, me alegro infinito que lo puedas contar. Los llamados accidentes "in itinere" son miles todos los años, desgraciadamente con cientos de muertos, parapléjicos, tetrapléjicos, etc., en fin, verdaderos dramas. No tengo aquí las estadísticas, pero te puedo decir que son increíbles.Esta experiencia tuya, tan minuciosamente relatada, nos sirve para recordar que toda prudencia es poca.
Gracias por compartir aquellos horribles momentos que vivíste.
Un abrazo.
Xabier.
merhum dijo
Framula lo positivo es que puedo contarlo y que aprendí a ser aún más prudente. Muchas gracias. Un abrazo.merhum dijo
Estimado Xabier: muchas gracias. Efectivamente ese tipo de accidentes, yendo al trabajo o viniendo son muy comunes y somos muchos los que lo sufrimos y pocos los que podemos contarlos como yo, sin secuelas. Un abrazo.gloriainfinita dijo
Algo sé del asuntillo, algo... recientito lo tengo. De todas formas esta forma tuya de contarnos la experiencia, con ese toque de humor me ha supuesto un relajo en mi convalecencia.Este mes pasado me he deshecho del coche, ya no voy a conducir más pero recuerdo las extrañas sensaciones al volver a pasar por el lugar en el que has tenido un tropiezo.
¡Que desdoblen esa vía ya! Que se pasan el año gastando en eventos y fastos inútiles, enriqueciendo a su primo o al yerno del rey y luego dicen que no tienen para lo necesario.
Un besazo, amiga, luego seguiré, que tengo que ir con calma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario