Cuando llegué del trabajo el viernes 13 de marzo no supe lo que se venía encima, que íbamos a estar confinados. El día antes, tenía cita rutinaria con mi médico de familia y hablamos un buen rato sobre lo que estaba empezando a trastocar nuestras vidas, el covid19. El día 13 a primera hora tenía cita con otro médico y también tratamos el tema. En ambas consultas ya hubo que mantener una distancia prudencial. En el trabajo no tuve tiempo de tratar el tema, solo tenía las dos clases últimas y el equipo directivo estaba reunido y avisaron que nos mandarían instrucciones.
Las instrucciones llegaron a la vez que yo a mi casa: clases no presenciales hasta nuevo aviso y que seguirían enviándonos otras cuando la delegación les comunicase otras. Las noticias, me hicieron recordar algunas de un pasado lejano, al ver cómo se paralizaba un país escuchando que nos confinaban.
Después de almorzar me puse frente al ordenador a ver cómo organizar las clases telemáticas. Investigué el Classroom, sabía que algunos de mis colegas lo usaban y ¡oh, sorpresa! no me acordaba que hacía dos cursos tuvimos unas jornadas sobre G Suite for Education, una herramienta de Google. Pude comprobar que en aquellas jornadas, había creado grupos de Classroom ficticios con mis compañeros. En menos de una hora ya tenía mis grupos de la ESO y Bachillerato hechos y enviadas las invitaciones a todos mis alumnos para unirse.
Las dos semanas que quedaban de marzo fueron de aprendizaje de la nueva herramienta y las nuevas circunstancias de la sociedad. Advertí que había alumnos que no habían aceptado la invitación, y empezamos a darnos cuenta de la brecha digital.
La jornada laboral aumentó considerablemente, nada tenía que ver con la que teníamos con las clases presenciales. Las horas presenciales pasaron a ser doce o catorce diarias con el ordenador, con clases particulares, atención individualizada. La espalda y los ojos empezaron a resentirse, el estrés aumentó aún más.
Algunos departamentos y/o colegas empezaron con las reuniones y clases por videoconferencias ¡¡¡!!! y ahí llegó mi brecha digital: mi PC no tenía cámara, ni micro...Ha sido otra complicación.
Los alumnos iban bien, incluso mejor, sobre todo los mayores: el copieteo es fabuloso, incluso cuando se lo reproché a un grupo hubo alumnos que me contestaron que ahora de ese modo tenían la oportunidad de tener notas altas... Pero más del 50% no saben procesar textos, crear archivos, ni de pdf ni redactar un correo. Los correos, los cientos de correos, sin asunto, sin texto, solo enviando imágenes, fotos de los deberes y ¡qué fotos! desenfocadas, cortadas, arrugadas, dobladas...
¿Qué saben estos nativos digitales? Pues, hacer fotos y enviarlas por Whatapps, descargarse música, pelis, juegos y poco o nada más. Los padres también tienen carencias en el uso de las TICs. Pero, todos, padres, profesores y alumnos, con nuestro esfuerzo personal y colectivo y los medios que teníamos a nuestro alcance, hemos logrado algo que no se había hecho antes.
Pronto empezará un nuevo curso, en unos días, y lo primero que hay que señalar es la incompetencia de la administración que delega en la autonomía de los centros educativos para organizarlo y compaginar educación y salud. Va a ser muy duro. La formación digital en todos los sectores de la comunidad educativa es esencial.
Aunque directamente no me afecta pues me jubilo en unos días, indirectamente sí porque es un grave problema social en todos los sentidos, también porque tengo un hijo profesor y nietos que están en el cole (y a los que mi marido y yo también hemos atendido en sus clases no presenciales algunos días por semana). mmhr/agosto-2020
2 comentarios:
Mis hermanas son profesoras de instituto como tu y temrminaron el curso muy estresadas. Ahora comienza el nuevo y las pobres se temen además de no saber como iran las cosas.
Un saludo amiga
Hola, Domingo. Me solidarizo con tus hermanas. Es una incógnita saber cómo va desarrollarse el curso; habrá contagios, es muy difícil que no los haya y la administración prácticamente lo que hace es derivar la responsabilidad en los equipos directivos de los centros. Un abrazo.
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