Puerto de Ribadeo (Lugo, Galicia). Fotos. mmhr/2009

martes, 13 de enero de 2015

Estación Nowhere

        Entró en el vagón y buscó con la mirada un asiento libre, vio uno, y se dirigió hacia él y se sentó. Miró por la ventanilla, en el andén la gente iba y venía con sus maletas. Se fijó en aquellos que estaban subiendo y entrando por la misma puerta que lo había hecho él un poco antes. Hacía frío fuera y se colaba en el interior. La puerta se cerró, finalmente, y el tren se puso en marcha.

        Cansado, pronto empezó a dormitar; los párpados le pesaban tanto que era incapaz de mantener los ojos abiertos. Frente a él se habían sentado una señora de unos sesenta años y un chico de unos quince. La mujer desgranaba un rosario y murmuraba sus oraciones; el chico escuchaba música de su mp4 a través de unos auriculares minúsculos que casi no se veían.

        Sujetó fuertemente la mochila y se durmió, profundamente. El tren tomaba velocidad y en treinta y cinco minutos llegaría a la primera estación, Cadwell. Una vez se equivocó y bajó allí, luego tuvo que esperar durante dos horas al siguiente tren.

        En Cadwell bajó el chico y subieron varios pasajeros. Uno de ellos ocupó el asiento que había dejado el chico al marcharse. Parecía extranjero y la señora le miraba de reojo mientras continuaba con sus rezos.

        El revisor llegó y pidió los billetes. Cuando le entregó el suyo, lo miró y le preguntó si estaba seguro de ir a aquella estación. Él le contestó que sí, que cómo no iba a estarlo si él mismo lo había elegido.

        El tren cruzaba por un valle salpicado de pequeños huertos, que le daban una diversidad cromática al paisaje. Era Butterflies’ Valley.

        Al cabo de cuarenta minutos empezaron a recorrer un terreno montañoso cubierto de árboles enormes. Cada vez estaban más altos y el bosque se iba aclarando, dando paso a una zona de escasa vegetación arbustiva. Pequeñas casas se veían dispersas por las montañas.

         Dos horas más tarde, el tren paró en un pequeño apeadero y la señora del rosario llegó a su destino. Miró como bajaba, torpemente, al andén, cargando con una enorme maleta y mirando asustada a ambos lados. Allí no había nadie. La señora se sentó en un banco y al momento apareció una chica de unos treinta años, rubia y cubierta con una gabardina. Le ayudó a levantarse, cogió la maleta y la llevó hasta un automóvil. Subieron ambas y antes de que se fueran, el tren comenzó a moverse.

        Sólo quedaban en el vagón el extranjero (o el que lo parecía) y él. Apenas se había fijado en el pasajero, le miró y sus miradas se cruzaron. En ese instante un escalofrío le recorrió la columna vertebral. Miró a ver si estaba abierta la puerta, pero estaba herméticamente cerrada. El hombre le preguntó algo que no entendió, pero, dándose cuenta, le alargó su mano con el ánimo de estrecharle la suya. Se presentaron y entablaron una educada conversación.

        Menos mal que ya se le había quitado el sueño. La verdad es que había dormido profundamente. El pasajero se llamaba Adrien.

        Nuestro hombre, Glenn, le preguntó a Adrien que a dónde iba y casualmente iban al mismo lugar. Eso estaba bien, porque así conocía a alguien, por lo menos, y le ayudaría a instalarse. Iba destinado como médico a aquel remoto lugar.

        Adrien, entonces, en tono confidencial, le dijo, que no se preocupara, que él no sólo conocía aquel destino, sino que tenía como misión acompañarle, que ese era el motivo de su viaje. ¿Cómo es eso?- preguntó Glenn- ¿te mandan del Ministerio?

        Adrien le dijo que no, que a él le enviaban las altas esferas para hacerle más fácil su llegada.

         Faltaban quince minutos para llegar a su destino. Mirando, sin que le viera, se dio cuenta que Adrien era bastante raro. Vestía totalmente de negro, escrupulosamente elegante, zapatos italianos, corbata negra de seda. Le llamó la atención que un hombre tan bien vestido y con tanta clase tuviera las uñas largas, muy bien cuidadas por supuesto. ¿Sería músico? ¿Y cómo le habían enviado para acompañarle? Él no era tan importante, sólo era un médico de pueblo.

        Sintió que el tren paraba. Cogió su mochila y se la puso a la espalda. Miró su reloj, sincronizado con el de la estación. Bajaron, y el jefe de estación les miró con una sonrisa y les dijo –Bienvenidos a Nowhere. En este lugar todo el que viene, se queda- Y haciendo un guiño a Adrien se fue. Parecía que hoy se iba cruzar con gente cada vez más extraña.

        Adrien le dijo que tendrían que andar un poco, que allí no había taxis, y se pusieron en marcha. No sabía a dónde se dirigían ni por qué obedecía a alguien que acaba de conocer y que le producía desasosiego.

        Tras media hora andando por un camino llegaron a un túnel oscuro y lóbrego. Adrien le dijo que al final estaba su destino. Hacía frío y olía a humedad. Acompañó a Glenn durante un trecho, se paró y después de un instante siguió con él. Cuando llegaron al final no le dio tiempo a ver nada. Se precipitó al vacío.

         Adrien, encendiendo un cigarrillo, murmuró: - uno más y dejo esto -. Estoy cansado de esta rutina. Le gustaba más su antiguo uniforme y sobre todo la guadaña, pero es que con él ya no engañaba a nadie y la gente huía. Recordaba aquellos tiempos en los que la Peste asolaba Europa y no le faltaba trabajo, pero ahora cada vez tardaban más en hacer el viaje, por eso tenía que utilizar toda una serie de artimañas para llevarlos al más allá… (mmhr, 2009)

 

18 comentarios de Free Like The Wind

MANUEL dijo

y yo que jugue con la muerte a las cartas y de sus mangas no paraban de salir ases con los que me remataba toda las partidas, de manera incomprendida la muerte se sorprendia cuando aun estando vencido le reia a la cara.
21 Julio 2009, 15:10

merhum dijo

A mí también me sorprenden tus palabras.
21 Julio 2009, 17:15

NuriaNómada dijo

Mmm, inquietante el detalle de las uñas largas de Adrien, y le has cambiado el sexo a la muerte. El rosario y el mp4 están a siglos de distancia...simbolizan dos épocas.
Un relato interesante, Merhum. Un abrazo.
21 Julio 2009, 18:40

merhum dijo

Nuria, estamos en una época de cambios, ¿por qué no cambiarle el sexo a la muerte? No recuerdo si en griego tánatos (muerte) era femenino o masculino. Por otra parte ¿quién/es decidió/eron que la muerte fuera femenina?...
Gracias por tu visita, Nuria. Un abrazo
21 Julio 2009, 18:47

NuriaNómada dijo

El amor (Eros) es masculino y la muerte femenina, aunque no sé en griego... Pero la vida también es femenina...Da igual, puede ser un juego. Besos.
21 Julio 2009, 18:59

gloriainfinita dijo

Leñe... aquí ya te has superado. Me lo estaba viendo venir pero pensé... no puede ser... pero va y si que fue. Tus noches de insomnio pueden dar mucho que hablar. Me ha encantado y quiero más. Un abrazo.
21 Julio 2009, 22:37

merhum dijo

Nuria, como tú, pensé en Eros. También pensé que Atenea era la diosa de la inteligencia, en fin ¿qué más da? Como no me gusta seguir las tradiciones, pues le cambié el sexo a la muerte. Besos.
22 Julio 2009, 00:45

merhum dijo

Gloria, además de las noches de insomnio están los días de relax. En cuánto empiecen las clases se me irá la inspiración, me estresaré y habrá que esperar de nuevo al verano.
Me alegra que te guste. Intentaré darte más que leer. Besos
22 Julio 2009, 00:48

popochan dijo

NOWHERE, anyway,
wonderfull post,
no death, no pity,
only admiration,
soberb stile.
No waste, no fluttering.
You are the best.
Loving you in the rain,
Pop.
22 Julio 2009, 02:13

merhum dijo

Thanks, Pop.
22 Julio 2009, 02:41

Manuel Cascales Guindos dijo

Excelente relato, saludos amigo.
22 Julio 2009, 12:56

merhum dijo

Muchas gracias, Manuel. Saludos
22 Julio 2009, 13:00

libertadveinte dijo

Un médico es una persona que trata de salvar vidas, pero
la muerte no distingue de profesiones.
A mí, que no me lance al vacio que tengo vértigo. Mejor
que me dé un trancazo.
Muy buen relato. Llevas la mente a todo tren.
Saludos.
22 Julio 2009, 19:08

merhum dijo

La muerte ni distingue edad, sexo, religión o clase social. Cuando llega, se acabó todo, por eso dicen que hay que vivir cada día como si fuera el último. Sin embargo, yo creo que si hiciéramos eso estaríamos (por lo menos, yo) muy estresados. Yo no pienso en ese personaje, ni me va a quitar el sueño.
Gracias. Un abrazo
22 Julio 2009, 19:14

framulaverde dijo

Merhum, el otro día en otro comentario, te dije que eras fantástica y hoy, en este relato, vuelvo a corroborar lo mismo, tienes una menta privilegiada para escribir, y no es adulación sino mi modesta opinión. Te felicito. Un abrazo.
22 Julio 2009, 19:32

merhum dijo

Siempre me ha gustado escribir, cuando tengo el boli en la mano, coge carrerilla. Pero, es la primera vez que me pongo a escribir relatos. ¿A ver si son las vitaminas que me ha mandado el médico?
Gracias, framulaverde. Un abrazo
22 Julio 2009, 19:57

ovalis dijo

Me gustan tu estilo Merhum, único en su expresión. En las religiones politeistas y la mitología, las deidades que regían sobre el tema de la muerte no siempre fueron femeninas, como es el caso de Mictlantecuhtli, de los aztecas o Tanatos y Hades en la griega.
De todos modos, no pensar demasiado en ese personaje, como bien dices, es una buena filosofía y me apunto
Besos
23 Julio 2009, 14:11

merhum dijo

Gracias Evelyn. Me gusta mucho la mitología y es curioso como en las religiones monoteístas se ha masculinizado. Respecto a Tánatos (esta palabra me gusta como suena), mejor, olvidémosle. Besos.
23 Julio 2009, 16:54

6 comentarios:

Estrella dijo...

Un excelente relato. ¡Qué envidia me das! yo tengo poca imaginación.
Parece que, al menos, el viaje fue entretenido...
Besos.

Mark de Zabaleta dijo...

Siempre interesante....

Saludos

mmhr dijo...

Gracias, Estrella. Desde luego imaginación no me falta...Un beso.

mmhr dijo...

Siempre tan atento, Mark. Gracias. Saludos.

pensador dijo...

Me agrada el relato: la muerte cumpliendo órdenes superiores y pasando apuros como cualquier hijo de vecino. Y eso de tener que engatusar a la gente para completar los lotes de difuntos solicitados: delicioso.
Bueno, que pase apuros en su trabajo, así como nosotros los pasamos en nuestro trabajo de vivir.

Un abrazo Mercedes.

mmhr dijo...

Gracias, Pensador. Me gusta mucho la vida para darle facilidades a la muerte ;-)
Un abrazo.

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