Pensaba que su vida se había acabado. Iba de habitación en habitación buscando su presencia, necesitaba su voz, su olor, su risa...
Ahora se daba cuenta, tarde ya, de cuánto la quiso. Toda una vida juntos. En esa casa nacieron los hijos; de esa casa se marcharon un día; y ellos, volvieron a estar sólos, como al principio, como dos enamorados.
Pero, ella, enfermó y tras unos meses de lucha inútil, se fue para no volver. Su amada, su compañera, le había abandonado dejándole.
Sonó el timbre de la puerta y saltó del sillón, pensando que sería ella que volvía de la compra. Pero, no, imposible, ¿cómo se le había ocurrido? El timbre siguió sonando y le sacó de su ensoñación. ¿Quién sería? ¿Quién vendría a molestarle si él quería estar sólo para llorar su dolor?
Se dirigió hacia la puerta, pero, quiso la mala suerte, que tropezara con el pico de la alfombra y cayera al suelo...
Su hijo mayor, después de llamar varias veces sin obtener resultados, se marchó.
Estuvo mucho tiempo en el suelo, no sentía dolor. El timbre había dejado de sonar y había oído pasos que se alejaban.
No supo cuánto tiempo había pasado hasta que pudo levantarse. Apoyándose en una silla cercana comenzó, poco a poco, torpemente, a levantarse del suelo hasta que se puso de pie. Estaba mareado y dolorido. Se dirigió al sofá, se sentó y notó algo pegajoso en su nuca. Era un hilillo de sangre, pegajosa, caliente, que manaba de su cabeza, se había golpeado al caer pero, ¿con qué? Miró buscando y entonces vio un tiesto roto en el suelo. Oh, era la planta preferida de su esposa, y él en su torpe caída la había roto.
Se lavaría la herida y saldría a comprar otro tiesto para colocar la planta y que ella no lo notase. Lo dejaría todo limpio, no quería que viera las manchas de sangre y se asustara.
¡Dios mío! Pero, ¿qué estaba diciendo? Si ella ya no está, con el golpe lo había olvidado. Probablemente, había perdido el conocimiento al caer y...
Fue al baño, se lavó como pudo la herida y se puso una venda alrededor de la cabeza.
De nuevo, comenzó a recordarla, allí, peinando sus blancos cabellos y con sus labios rojos. Recordó como le gustaba verla vestida de rojo, su color favorito y ella, coqueta, pintaba con carmín del mismo tono sus labios. Cuando fueron a Mallorca o el viaje a Italia, inolvidables momentos. Ahora estaban ilusionados con un crucero pero, ella se ha ido para no volver.
Le dolía la cabeza enormemente, se tomaría un analgésico, no sabía cual, ella siempre sabía lo que el tenía que tomar.
Estaba en la cocina, cuando sintió que alguien abría la puerta de la casa con llave y se asustó. Cogió un cuchillo y se quedó quieto, en silencio. Entonces, oyó una voz familiar, pero, era ella, su esposa. No podía ser. Sin duda el golpe le había trastornado.
Pero, bueno - dijo ella- ¿es que hoy no piensas levantarte? Y abriendo las cortinas del balcón del dormitorio, le dijo: -Hace un día precioso, mira por el balcón como luce el sol. Venga, levántate, que tenemos que preparar el equipaje. ¿Equipaje?-dijo él- Claro, hombre, mañana nos vamos de crucero. (mmhr, 2009)
19 comentarios de Free Like The Wind
Ángel de Pablo Escribà dijo
merhum dijo
mirandoalsur dijo
buenos días Mercedes
Ev@ dijo
Un besito
mirandoalsur dijo
Manuel Cascales Guindos dijo
José Mari dijo
¡Un abrazo!
merhum dijo
merhum dijo
merhum dijo
merhum dijo
MANUEL dijo
merhum dijo
gloriainfinita dijo
merhum dijo
fernandomaria dijo
Un beso, Merhum.
libertadveinte dijo
día despertaremos? ¿Y si en realidad, somos otra persona a la
que creemos ser?
Me ha gustado tu relato porque no esperaba ese final.
Saludos.
4 comentarios:
Hola Mercedes:
¿Una pesadilla? Hacemos de la vida una pesadilla mental, siempre grabando en el subconsciente los sinsabores a fuerza de ascenderlos a la categoría de angustia, y relegamos hasta el olvido los momentos felices que también los hay.
¿Has observado cómo se torturan las personas que padecen alzheimer? se ensimisman en su propio mundo, algunos se mantienen en él, y otros, como si ingresaran para después emerger con angustia por algo que los atemorizó en el pasado, no sé si algunas personas emergen felices por algo desde esa postración mental.
En esta historia puede ser un mal sueño, en que nos sume la mente cuando estamos dormidos, o peor aún, cuando estamos despiertos y padeciendo este terrible mal. En ambos casos quisiéramos clamar: *Señor, sácame de esta pesadilla*, como lo hace la esposa y le lleva a la serenidad, esa que debemos practicar para que no nos ronden los fantasmas ni dormidos ni despiertos.
Para terminar, una interpretación más feliz: La esposa no se había ido a comprar sino que enferma había muerto y él vagaba entre los linderos de la locura por el dolor, así al caer, también muere, y es ahí que su esposa aparece a su lado para emprender por fin juntos y para siempre, ese crucero hacia la eterna felicidad.
Un interesante relato... para activar la imaginación.
Un abrazo Mercedes.
Hola, Pensador. Sí, una pesadilla, pero puedes imaginar otra situación. Por suerte no he tenido a nadie con Alzheimer para observarle y lo que sé es muy general. Gracias. Un abrazo. Mercedes.
Cuando voy por Benidorm en estas épocas de Imsersos, y veo tantas parejas con decadas de convivencia, me pregunto entre otras cosas, por como será ese momento tragico que uno pierde al otro después de tanta vida juntos. ¿O lo pregunto mejor a tantos grupos de mujeres solas, que lo perdieron antes?
Hola, Carlos. Realmente para la mayoría de parejas es trágico. Desde que aumentó la esperanza de vida, aunque haya muchas parejas que se divorcien y vuelvan o no a tener pareja, los que están toda la vida juntos es comprensible que lo lleven mal cunado falte su compañero. Saludos.
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