Hoy es 1 de septiembre. Se acabaron las vacaciones y me siento afortunada por tenerla más larga que la mayoría de trabajadores. Ahora en la tv empezarán a hablar del síndrome posvacacional, pero lo que yo siento no es eso, me siento quemada en mi profesión, después de casi 22 años y siendo una auténtica vocación. Me encuentro más desmotivada que los alumnos y se me hace una cuesta arriba volver a las aulas. El gobierno me alarga dos años más la edad de jubilación y pensar aguantar más de 10 años en este trabajo me agota nada más pensarlo. Estoy quemada.
El síndrome de burnout es un padecimiento que a grandes rasgos consistiría en la presencia de una respuesta prolongada de estrés en el organismo ante los factores estresantes emocionales e interpersonales que se presentan en el trabajo.
También llamado síndrome de desgaste profesional...
En general los más vulnerables a padecer el síndrome son aquellos profesionales en los que se observa la existencia de interacciones humanas trabajador-cliente de carácter intenso y/o duradero, sin considerar por cierto, a un cliente en particular sino más bien, a uno o varios. Dichos profesionales pueden ser caracterizados como de desempeño satisfactorio, comprometidos con su trabajo y con altas expectativas respecto a las metas que se proponen, en las que el Burnout se desarrolla comorespuesta a estrés constante y sobrecarga laboral.
El síndrome de burnout es muy frecuente en personal sanitario (nutriólogos, médicos, enfermeras/os, psicólogas/os, psiquiatras, terapeutas ocupacionales,trabajadores sociales, terapeutas familiares y consejeros matrimoniales, así como también personal administrativo) y docente, no escapando por cierto otros profesionales como deportistas de élite, teleoperadores, ingenieros, personal de las fuerzas armadas, y en general, en diversas profesiones de las que actualmente, se observa un creciente interés por analizar.
Respecto al género, diversas investigaciones apuntan a que las mujeres son las que presentan mayor prevalencia que los hombres.
La persona que lo padece se vuelve anhedónica, es decir, que lo que anteriormente era motivo de alegría ahora no lo es, en otras palabras, pierde la capacidad de disfrutar.
El burnout suele definirse a través de tres dimensiones:
- Agotamiento, es la sensación de ya no ser capaz de ofrecer más de sí mismo(a) a nivel emocional;
- Suspicacia/escepticismo, es una actitud distante hacia el trabajo, hacia las personas a las que se está ofreciendo el servicio y también hacia los compañeros de trabajo;
- Ineficacia, es la sensación de que no se están llevando a cabo debidamente las tareas y de que se es incompetente en el trabajo.
http://www.monografias.com/trabajos-pdf4/burnout-colectivo-docente/burnout-colectivo-docente.pdf
Para evitar la aparición de este síndrome es muy útil desarrollar, a nivel individual, la asertividad y el manejo eficaz del tiempo.
Otras estrategias son:
- Olvidar los problemas laborales al acabar el trabajo.
- Tomar pequeños momentos de descanso durante el trabajo.
- Marcarse objetivos reales y factibles de conseguir.
- Aumentar y conservar las amistades.
- No creerse indispensable.
- Solicitar ayuda cuando el trabajo es excesivo o cuando no se está preparado para afrontarlo.
- Compartir con los compañeros las dudas y opiniones.
- Fomentar entre los compañeros el apoyo social.
Publicado por merhum el 1/9/2012 en Free Like The Wind.
Hoy, 18 de septiembre ya he "catado" algunos grupos de ESO y he hecho "compañía" a algún alumno en el aula de convivencia. Sorprendida, gratamente, con muchos de los chicos que nos han llegado a 1º de ESO, y resignada ante aquellos que arrastran años de repetición, no cumplen las mínimas normas de convivencia e incluso uno nos dice que "a las mujeres las ha puesto Dios en la Tierra para servir a los hombres, estando en casa, no trabajando fuera"...No Comment respecto a lo último.
14 comentarios de Free Like The Wind
libertadveinte dijo
No puedo opinar, porque los que ya estamos inactivos no lo
percibimos. El único síndrome que aprecio, es que las semanas,
los meses y los años, pasan vertiginosamente.
Los últimos años de trabajo, también me sentía quemado, pero
también contento porque tenía un empleo. Hay tantas personas
también como tú quemadas pero por no tenerlo...
Ahora, que el retraso en la jubilación es una pu....
Un abrazo.
percibimos. El único síndrome que aprecio, es que las semanas,
los meses y los años, pasan vertiginosamente.
Los últimos años de trabajo, también me sentía quemado, pero
también contento porque tenía un empleo. Hay tantas personas
también como tú quemadas pero por no tenerlo...
Ahora, que el retraso en la jubilación es una pu....
Un abrazo.
Javier Carrasco dijo
Mercedes, a mí lo que verdaderamente me produce sídrome de Burnout + infinita indignación es ver la ineptitud de la clase política española, que lo único que hace bien es "putear" a los curritos retrasando la edad de jubilación - ¡claro,como ellos no dan ni golpe!
No te sientas quemada, querida colega...¡qué trabajamos con la flor y nata de los hogares españoles !
Encantado de volver por aquí...
No te sientas quemada, querida colega...¡qué trabajamos con la flor y nata de los hogares españoles !
Encantado de volver por aquí...
merhum dijo
Hola, libertad. Me siento afortunada por tener trabajo, sin duda. Sé lo que es no tenerlo, me llevé muchos años buscando mi primer empleo pues me afectaron crisis anteriores y ahora no toda los miembros de mi familia tienen trabajo. Pero eso no implica que me sienta quemada y no por el sol, precisamente. Entiendo que hace falta gente que cotize a la S.S., pero pueden ser los jóvenes, que ellos vayan accediendo a nuestras plazas, jubilarnos a los 65, que en las aulas de secundaria es una edad con la que no me imagino dando clases...Un abrazo.
merhum dijo
Hola, Javier. Eso también porque ¿te has imaginado, tal como están hoy las aulas, dando clases con más de 60? Los alumnos están bien cuidados en las aulas por nosotros que hacemos de canguros, pero no están motivados, no nos escuchan, tienen otros intereses y no le ven un sentido práctico al currículo. Es algo muy generalizado en la secundaria de todo el mundo y es que la escuela tiene que cambiar y adaptarse al siglo XXI. Usamos las nuevas tecnologías pero seguimos haciendo prácticamente lo mismo que hacían los profes de hace generaciones. Te recomiendo que veas si puedes La educación prohibida, documental que subió nuestra amiga Loli. Un abrazo.
emilio dijo
Gracias por tocar este tema, merhum, un auténtico tabú. Quien más quien menos está quemado y me parece muy bien el capítulo de estrategias que ofreces al final. Claro que unas creo que son más factibles que otras: tomar pequeños momentos de descanso durante el trabajo me parece imposible -y no te tengo que explicar por qué-. Sin embargo creo que sí tenemos que conserguir olvidar los problemas ( o al menos meterlos entre paréntesis) al salir del trabajo. Dicho de otra manera: es imprescindible DESCONECTAR. Y creo que hay much@s que ni se lo plantean. Un saludo: emilio
merhum dijo
Hola, Emilio. ¿Qué tal las vacaciones? Supongo que habrás descansado y ahora hay que tener energía para empezar de nuevo. Respecto al tema del post, no sé por qué muchos no quieren reconocer que están quemados. Supongo que compartir con otros lo que sientes siempre es mejor que dejarlo encerrado y oculto. Sí, algunas de las estrategias son difíciles de llevar a acabo tal como está diseñado nuestro horario. El desconectar es algo que intento cada vez con más ahínco, pero reconozco que hay días que me cuesta mucho. Un abrazo y suerte en el inicio.
javierdemurga dijo
Estimada Mercedes: Hay falsedades – o afirmaciones indemostrables – mantenidas durante milenios, que llegan a formar parte del alma colectiva. Todas tienen como inductor o como prueba última a “un poder supremo”, cuya existencia se da por indiscutible, y que encarna poderes humanos sucesivos, coincidentes en mantenerlas para su propia conveniencia. Porque por muy opuestos que sean, a todos los beneficia cierta idea de orden, de justicia, de jerarquía, de productividad, que ha de ser conservada a cualquier coste, ya que sin ella flaquearían los cimientos de cualquier poder. Bajo amenazas o promesas, por fuerza o zalameras esperanzas, tales falsedades han subsistido a lo largo de la Historia hasta parecer consustanciales a la humanidad. Horroriza pensar que, en cuanto recordamos, unos consciente y otros inconscientemente, todos hemos sido engañados.
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Una de esas falsedades – protagonista por ausencia o presencia en la vida de cualquier persona – es EL TRABAJO. “Quien no trabaje que no coma”, dice “el generoso” Pablo de Tarso a los tesalonicenses. El protagonista de este fatigoso episodio que llamamos LA VIDA es El TRABAJO: su sostén, su despensa, su vía de júbilo y amor, su primogenitura y su descendencia. SE VIVE, PUES PARA TRABAJAR, NO A LA INVERSA. “La organización” subsiste por el trabajo y para él: todos podemos ser sustituidos. Nuestros quebrantos, nuestras soledades, nuestros desfallecimientos, nuestras muertes, a “la organización” nada le importan. El trabajo mide el tiempo, lo apresura y lo pausa. Él nos conducirá al descanso eterno…
He ahí otro engaño. Porque, de repente, se produce “EL PARO”. Es preciso que “la organización” se desdiga de lo dicho. Las verdades inconclusas, las condenas divinas, las predestinaciones, la herencia de axiomas transmitidos de generación en generación, el sistema cordial que bombea a la sociedad entera ¿Será el trabajo hoy, en sí mismo, una “recompensa” no susceptible de concederse a todos? ¿En qué quedamos? ¿O será el trabajo algo que conviene “a la artificial sociedad explotadora” pero no al individuo, igual que el matrimonio, por ejemplo, y tantas otras “hábiles instituciones”? ¿No se encuentra el trabajador solo – y estafado – frente a la sociedad de la que se le hace creer que forma parte, y a la que debe estar reconocido porque se le abona un subsidio por ese ocio del “paro”, tan baldío como impuesto? ¿Se agrupará con otros trabajadores no más que para conseguir el desastroso privilegio de seguir trabajando, “en lugar de romper de una vez la marcada baraja?
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¿Cómo se dividió el mundo en la casta de los que trabajan por sus manos a disgusto y la casta de los que piensan? ¿No se complementan uno y otro ejercicio? ¿QUIÉN HA DESCUARTIZADO, DESDE EL PRINCIPIO AL SER HUMANO?
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Quien no trabaje cantando en lo que le sugiera su deseo es que está solo, explotado, y ninguna falsa felicidad de otras vidas le podrá resarcir.
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EL TRABAJO no es una “obligación social”, ni una consecuencia de un increíble y absurdo pecado transmitido, ni una condición de la Naturaleza: ES UN DERECHO DEL SER HUMANO. A través del trabajo ha de configurarse cada personalidad – “máximo fin de cada persona” –, y, a través del trabajo, cada personalidad ha de enriquecer el mundo – “máximo fin de LA HUMANIDAD –. Lo demás son mentiras, inventos y somníferos.
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Por tu profesión, -fundamental para el futuro de la humanidad -, tienes la oportunidad de ir deshaciendo todas las mentiras que nos han inculcado, aunque “a la derecha capitalista y al clero” no les guste; ellos quieren una sociedad crédula y analfabeta que se crea todas “las zarandajas” que cuentan.
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Mi estimada Profesora, bien sabes, que tienes una difícil y fundamental labor por delante que sin duda alguna cumplirás con creces.
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Perdona “las mayúsculas”, y recibe un fuerte abrazo de
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Xabier.
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Una de esas falsedades – protagonista por ausencia o presencia en la vida de cualquier persona – es EL TRABAJO. “Quien no trabaje que no coma”, dice “el generoso” Pablo de Tarso a los tesalonicenses. El protagonista de este fatigoso episodio que llamamos LA VIDA es El TRABAJO: su sostén, su despensa, su vía de júbilo y amor, su primogenitura y su descendencia. SE VIVE, PUES PARA TRABAJAR, NO A LA INVERSA. “La organización” subsiste por el trabajo y para él: todos podemos ser sustituidos. Nuestros quebrantos, nuestras soledades, nuestros desfallecimientos, nuestras muertes, a “la organización” nada le importan. El trabajo mide el tiempo, lo apresura y lo pausa. Él nos conducirá al descanso eterno…
He ahí otro engaño. Porque, de repente, se produce “EL PARO”. Es preciso que “la organización” se desdiga de lo dicho. Las verdades inconclusas, las condenas divinas, las predestinaciones, la herencia de axiomas transmitidos de generación en generación, el sistema cordial que bombea a la sociedad entera ¿Será el trabajo hoy, en sí mismo, una “recompensa” no susceptible de concederse a todos? ¿En qué quedamos? ¿O será el trabajo algo que conviene “a la artificial sociedad explotadora” pero no al individuo, igual que el matrimonio, por ejemplo, y tantas otras “hábiles instituciones”? ¿No se encuentra el trabajador solo – y estafado – frente a la sociedad de la que se le hace creer que forma parte, y a la que debe estar reconocido porque se le abona un subsidio por ese ocio del “paro”, tan baldío como impuesto? ¿Se agrupará con otros trabajadores no más que para conseguir el desastroso privilegio de seguir trabajando, “en lugar de romper de una vez la marcada baraja?
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¿Cómo se dividió el mundo en la casta de los que trabajan por sus manos a disgusto y la casta de los que piensan? ¿No se complementan uno y otro ejercicio? ¿QUIÉN HA DESCUARTIZADO, DESDE EL PRINCIPIO AL SER HUMANO?
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Quien no trabaje cantando en lo que le sugiera su deseo es que está solo, explotado, y ninguna falsa felicidad de otras vidas le podrá resarcir.
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EL TRABAJO no es una “obligación social”, ni una consecuencia de un increíble y absurdo pecado transmitido, ni una condición de la Naturaleza: ES UN DERECHO DEL SER HUMANO. A través del trabajo ha de configurarse cada personalidad – “máximo fin de cada persona” –, y, a través del trabajo, cada personalidad ha de enriquecer el mundo – “máximo fin de LA HUMANIDAD –. Lo demás son mentiras, inventos y somníferos.
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Por tu profesión, -fundamental para el futuro de la humanidad -, tienes la oportunidad de ir deshaciendo todas las mentiras que nos han inculcado, aunque “a la derecha capitalista y al clero” no les guste; ellos quieren una sociedad crédula y analfabeta que se crea todas “las zarandajas” que cuentan.
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Mi estimada Profesora, bien sabes, que tienes una difícil y fundamental labor por delante que sin duda alguna cumplirás con creces.
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Perdona “las mayúsculas”, y recibe un fuerte abrazo de
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Xabier.
efurom1 dijo
Si dices que estás quemado...estás perdido (creo que piensan algunos). En su opinión sería mostrar un síntoma de debilidad individual, sin tener en cuenta que se trata de una 'epidemia'.
En cuanto a lo desconectar, cada día lo tengo más claro: Mira a tu alrededor y verás que los que menos se quejan son los que más ( y mejor) desconectan.
PD. En cuanto a lo del inicio, te deseo lo mejor. Debuto mañana a las 8.30.
En cuanto a lo desconectar, cada día lo tengo más claro: Mira a tu alrededor y verás que los que menos se quejan son los que más ( y mejor) desconectan.
PD. En cuanto a lo del inicio, te deseo lo mejor. Debuto mañana a las 8.30.
merhum dijo
Estimado Xabier: no sabes cuánto me gustaría estar de tertulia contigo. Claro, que me quedaría con la boca abierta escuchándote. Has de saber que soy una buena oyente . Desde que somos pequeño ya nos preguntan aquello de ¿y tú qué quieres ser de mayor? Es decir, nos están encauzando ya a trabajar, porque da igual la profesión que digas, lo que no puedes decir, por ejemplo, nada...El tema del paro no salía en la biblia ni Pablo de Tarso tenía idea de lo que llegaría con la era postindustrial.
A mis alumnos intento inculcarles el incorformismo, la rebeldía, la incredulidad, sobre todo que piensen y algunos lo captan.
En fin, Xabier, que te agradezco estas palabras, y que ahora estoy más animada que ayer. Un abrazo.
A mis alumnos intento inculcarles el incorformismo, la rebeldía, la incredulidad, sobre todo que piensen y algunos lo captan.
En fin, Xabier, que te agradezco estas palabras, y que ahora estoy más animada que ayer. Un abrazo.
merhum dijo
Emilio, los que me conocen saben que no suelo callar lo que siento, a veces incluso me paso. Lo que no me gusta es la hipocrecía. Los alumnos, con los que pasamos más horas al fin y al cabo, notan, y me lo dicen, cuando tengo un mal día y cuando estoy eufórica, feliz. Es que yo no puedo disimular, a mí se me nota rápido el estado de ánimo. Intento ser yo misma, tanto en las aulas como fuera de ellas, y normalmente disfruto. Pero es verdad que hay veces que se te quitan las ganas de ir al insti. Respecto al desconectar, mi familia ya me ha advertido que este año dedique menos horas al trabajo y me acuerde de que tengo vida fuera de él. Gracias, yo empezaré más tarde que tú. Un abrazo.
gloriainfinita dijo
Te acompaño en el sentimiento, amiga, yo también estoy requemada. Escuchar ayer al tontainas que decía que habría que cobrar por las mamografías me ha puesto de una mala leche... ¿Otros diez años trabajando? No me veo. Mi clientela no son niños pero te aseguro que la clientela de los juzgados también tiene tela marinera que aguantar. Por lo pronto, el tratamiento me mantiene de baja y con el sueldo partido por la mitad, no quiero ni pensar en tener que volver.
Besos y ánimos. No te ofrezco el cambio porque sales perdiendo.
Besos y ánimos. No te ofrezco el cambio porque sales perdiendo.
merhum dijo
Querida amiga, muchas gracias por tu empatía. Creo que sintiéndonos así, lo mejor sería no tener que aguantar más, pedir la cuenta y largarnos a vivir aventuras por ahí, por esos lugares que tú conoces mejor que yo; estoy segura que las dos sabríamos apañarnos con la miseria de pensión que nos quedase, si esto fuera posible . Lo de las mamografías ¡¡!! ¿cómo se atreven si aún no hemos conseguido que todas las mujeres españolas estén incluidas en los programas de prevención? ¿Cómo se atreven cuando todavía cuando hay alguna sospecha tardan tanto en hacer las pruebas? ¿cómo se atreven a hacer tantas barbaridades como están haciendo? Arduo trabajo nos queda cuando desaparezcan de la escena política.
Pelea con fuerza para ganar cada batalla de esa guerra particular en la que estás, aunque tengas que aguantar a los tontainas del juzgado otra vez, además que necesitamos gente como tú para volver a poner las cosas en su sitio. Besazo pa tí, amiga.
Pelea con fuerza para ganar cada batalla de esa guerra particular en la que estás, aunque tengas que aguantar a los tontainas del juzgado otra vez, además que necesitamos gente como tú para volver a poner las cosas en su sitio. Besazo pa tí, amiga.
MARIANO JUAN-R. dijo
Hola, Mercedes. En mi no lejana experiencia como maduro universitario de Historia (plan antiguo de Filosofía y Letras), estudiando además con el objetivo de ser docente en la materia, pude comprobar varios de los "milagros" que se producían dentro de las aulas: un alumnado que en su mayoría adoptaba posturas absentistas, que no participaba ni intervenía en las clases, aunque, eso sí, no armaba broncas ni bullas (era el turno de tarde con importante presencia de trabajadores), y se limitaba a darle al copieteo de apuntes. Y un profesorado en el que había de todo como en botica, desde el actor histriónico de tremebundos gestos y manoteos de extremidades hasta el profesor-robot que parecía reproducir un texto excesivamente rumiado y casi saliéndole humo de las neuronas por "recurrentitis". En fin, "fazañas" propias del entorno muy, en efecto, socarrado de contexto y actores.
Tal fue la experiencia que se me quitaron las ganas de hacer todo lo posible de entrar en el "mandarinazgo" departamental y eso que tuve unas relativas posibilidades de quedarme ("ad calendas graecas", desde luego), tanto en la Autónoma como en el Instituto de Historia del CSIC (en donde había obtenido una beca de formación del profesorado universitario, de tipo predoctoral a mis cuarenta y pocas castañas que se dice pronto).
Bueno, todo esto, para no alargarme más, era para animarte a seguir con ganas a pesar de todos los inconvenientes departamentales, institucionales, jerárquicos, de infraestructura, de alumnado (y de secundaria, ay, mamá), etecé de los eteceses. Ya sabes de mi impertérrita cinefilia. Y por eso recurro a ella, de nuevo, a mí me animó mucho ver la estupenda "El club de los poetas muertos" de Peter Weir, sí, de verdad de la buena, y de hecho fue meses después de verla cuando inicié mi segunda aventura universitaria. No me arrepiento para nada a pesar de los "fallos" mentados. Y si yo pudiera estar dando clases como tú, me lo tomaría como un reto cotidiano, una interpretación lo más novedosa posible de la clase en sí, el "programa" procuraría incumplirlo en la medida de lo posible y les daría, como te digo, un recital histriónico absoluto a los estudiantes en forma de compromiso, honestidad, exigencia y amistad.
En fin, buenos consejos que, tal vez, sean meramente utópicos, Mercedes, pero que no me quitan la convicción de seguir considerando la enseñanza y la docencia como un arte mayor para elegidos, gente vocacional como tú manifiestas ser. No lo dudo, como tampoco de que hay rachas, épocas, transiciones de desmoralización, duda, desconfianza, pero que son normales en una profesión tan exigente y de desgaste como esta. Insisto, ánimo, suerte, vista y a levantar el telón que empieza la función y no se puede decepcionar al público.
Un abrazo.
Tal fue la experiencia que se me quitaron las ganas de hacer todo lo posible de entrar en el "mandarinazgo" departamental y eso que tuve unas relativas posibilidades de quedarme ("ad calendas graecas", desde luego), tanto en la Autónoma como en el Instituto de Historia del CSIC (en donde había obtenido una beca de formación del profesorado universitario, de tipo predoctoral a mis cuarenta y pocas castañas que se dice pronto).
Bueno, todo esto, para no alargarme más, era para animarte a seguir con ganas a pesar de todos los inconvenientes departamentales, institucionales, jerárquicos, de infraestructura, de alumnado (y de secundaria, ay, mamá), etecé de los eteceses. Ya sabes de mi impertérrita cinefilia. Y por eso recurro a ella, de nuevo, a mí me animó mucho ver la estupenda "El club de los poetas muertos" de Peter Weir, sí, de verdad de la buena, y de hecho fue meses después de verla cuando inicié mi segunda aventura universitaria. No me arrepiento para nada a pesar de los "fallos" mentados. Y si yo pudiera estar dando clases como tú, me lo tomaría como un reto cotidiano, una interpretación lo más novedosa posible de la clase en sí, el "programa" procuraría incumplirlo en la medida de lo posible y les daría, como te digo, un recital histriónico absoluto a los estudiantes en forma de compromiso, honestidad, exigencia y amistad.
En fin, buenos consejos que, tal vez, sean meramente utópicos, Mercedes, pero que no me quitan la convicción de seguir considerando la enseñanza y la docencia como un arte mayor para elegidos, gente vocacional como tú manifiestas ser. No lo dudo, como tampoco de que hay rachas, épocas, transiciones de desmoralización, duda, desconfianza, pero que son normales en una profesión tan exigente y de desgaste como esta. Insisto, ánimo, suerte, vista y a levantar el telón que empieza la función y no se puede decepcionar al público.
Un abrazo.
merhum dijo
Hola, Mariano. En mi trabajo la excesiva burocratización aburre, nos ocupa mucho tiempo, cansa y aumenta progresivamente cada curso. Desmoraliza mucho ver el desinterés de un % de alumnos (y de sus padres respectivos -suelen coincidir-) por el aprendizaje, sobre todo en el primer ciclo de secundaria (12-14 años); este sector es el que presenta actualmente graves problemas de disciplina. Por tanto te encuentras con chicos/as que no saben convivir, que no hacen nada más que aquello que no deben. Afortunadamente hay otros con los cuales se pueden plantear unas clases con "buen rollo" y donde te puedes olvidar -menos de lo que quisiera- del dichoso curriculum. Este sería el caso del segundo ciclo de secundaria y bachillerato, en cuyas clases suelo disfrutar y conseguir estar en sintonía con los alumnos. Muchas gracias por tus consejos y por animarme. Ahora me queda otra semana de burocracia hasta el 17 que entraremos en las aulas y a ver que tal sale la cosa. Un abrazo.
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