Hoy estamos interactuando continuamente. El desarrollo de las comunicaciones alucinaría a mi abuela. Ordenadores y móviles de última generación, las redes sociales con los likes, los youtubers, influencers, el correo electrónico, Linkedin, FB, Twitter, instagramers, followers, Whatsapp y los consiguientes grupos, etc., etc. Hemos avanzado, sin duda, pero el medio ambiente (no tenemos ni idea de cuánto le afectan los millones de mails, whatsapps, etc), el planeta, la vida humana se está deshumanizando y cada vez tenemos más estrés...
Por eso, de vez en cuando, suelo desconectarme. Te sientes rara, echas de menos las notificaciones, y cojo el móvil tropecientas veces al día para ver qué puñeta me quieren vender, quién envía qué, ¿ese paquete? era... qué ya no me acuerdo de tanto como compro por Internet. Y si nos metemos con la banca electrónica ¡¡bueno!! el no va más, ¡qué comodidad! Ahora resulta qué aparte de estar ofreciéndote continuamente servicios nuevos para hacernos la administración de la economía doméstica más ¿fácil?, sí, claro, también me llevan la contabilidad enviándome un resumen con lo que gasto cada mes y en qué conceptos (supermercados, farmacia, energía, telefonía, en el chino de la plaza, o en la marisquería...¡¡CUÁNTO CONTROL!!).
El control: ubicación, cookies y demás, los datos en la nube...La vida digital, qué comodidad...Vas paseando, te paras a ver un escaparate y el móvil te notifica, te pregunta qué opinión tienes de ese comercio en el que ni siquieras has entrado; tienes una cita secreta y¡vaya! se registra el restaurante en el que has comido con esa persona o el hotel dónde has pasado la tarde, incluso te aconsejan otros establecimientos más próximos a tus gustos personales o a tu nivel económico. Te dicen que si has nacido antes o después de tal fecha el seguro de sepelio que más te conviene.
Y ahí está todo en la "nube", toda nuestra vida sirviendo a las grandes empresas tecnológicas, que se mueven como pez en el agua, en esa marea de macrodatos que les damos consciente o inconscientemente con la digitalización. Empecé este artículo hablando de desconectar de las redes sociales y esto me ha llevado a la economía, ciencia en la que no soy experta.
El Big Data (BD) es la base del capitalismo actual, esos millones de datos que dejamos, casi sin darnos cuenta. He estado leyendo algunos artículos, últimamente, sobre lo que han venido a llamar capitalismo cognitivo.
"...una de las conclusiones que pretendemos apuntar es que precisamente el Capitalismo cognitivo se sostiene sobre concepciones casi religiosas de la tecnología, presentando un mundo donde la relación que establecemos con el espacio técnico es problemática para una visión emancipadora."
"Como diría un autor famoso, las nuevas tecnologías como esperanza de progreso son un invento reciente. El contexto en el que surge dicho término no es un remanso de libertad, emancipación o pro-puestas alternativas sino de la maquinaria de la modernización capitalista occidental del siglo XX."
"El Big Data (BD) resulta ser la nueva promesa de un mundo interconectado donde la globalización de información por sí queda subsumida en un paradigma de conocimiento y objetividad masivos. Dicho de otra forma, la nueva moda del Capitalismo cognitivo es el Big Data en su versión de nueva utopía. Ahora lo que comienza a reiterarse es que el “uso inteligente” de la información favorece que las empresas conozcan y radiografíen a sus clientes en un “entorno competitivo”.
"...poco se ha dicho sobre los condicionantes sociopolíticos del uso tecnológico, sobre las limitaciones o contrapartes de la digitalización constante o sobre las utilidades diversas y ambivalentes de las mismas aplicaciones o aparatos." Capitalismo cognitivo y Sociedad de la Información: de la Innovación al Big Data, de Igor Sádaba Rodríguez. Universidad Complutense de Madrid, 2016.
Mi reflexión es muy sencilla: hay menos libertad, menos rebeldía, menos lucha por intereses democráticos, por la justicia social y los derechos individuales. Hay un acceso desigual a las nuevas tecnologías, no tanto por la falta de esas herramientas tecnológicas sino por todo el trasfondo al que no llega el común de la gente. Tampoco los que las dominan un poco más o un mucho lo consideran algo negativo, pero hay que tener en cuenta que en todo hay parte positiva y negativa. Al final todos nos dejamos llevar por la ola, navegamos o surfeamos en esa inmensa red y esperamos que alguien nos responda a eso que hemos compartido y nos sentimos satisfechos con esto. No pensamos en los gigantescos barcos factoría que pescan nuestras vidas y nos dirigen a sus bodegas dónde nos procesan y nos dejan listos para el consumo, en una suerte de canibalismo moderno, tecnificado, del que surgirá otra humanidad. mmhr/2020
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