Volvieron las madrugadas a 27º C, todos los veranos volvían. Son las 2:54 de un domingo que se prevé sofocante; 26º C marca en ese momento el termómetro y una ligera brisa del suroeste refresca el estudio mientras tecleo estas líneas en el ordenador, gozaremos de ella. Quizás este viento del suroeste vuelva a traer a las musas que se fueron a Dinamarca pues, con tanto calor, eran incapaces de hacer su trabajo, es decir, inspirar a los aprendices, a los que aspiramos a ser capaces de escribir un pequeño relato, al menos, ya que no una novela.
El pequeño mosquito recorría la pantalla de un lugar a otro, distrayéndome. Es minúsculo, pero puñetero porque me ha hecho perder el hilo que la musa me ofrecía. Tendré que empezar otra vez.
Érase una vez un pequeño mosquito ¡¡no!!, eso no es lo que quería escribir. Pero el mosquito volvió, me mira mientras se ríe. ¿Se ríe de mi incapacidad para aprovechar el hilo que Calíope me ha ofrecido hace unos minutos? Se ha marchado o ¿me ha dado una tregua? Bah, solo era un minúsculo mosquito.
Son las 3:08. ¡Eh, Calíopeee! Vuelve, por favor, te necesito, antes de que el mosquito regrese. ¿Por qué existen los mosquitos? Uff, no podía sacármelo de la cabeza. Calíopeee, ven, por favor. Sí, me gustaría que me inspir, que me inspirases un poquito; Calíope no viene, ni me escucha y ahí está otra vez el mosquito...
El mosquito se pasea diligentemente por la pantalla, pensé que estaba buscando un lugar para estar cómodo. Se paró, pude ver sus requeteminúsculas patitas moviéndose nerviosas, se volvió a parar, me miró, ¿me está mirando? Sus ojos se han agrandado y me miran fijamente y ahora ¿qué hace? ¿me está haciendo señas? Sí, me indica con una de sus patitas el texto...¡Qué locura! ¡Ah, quiere que deje de mirarlo y me centre en el texto!
Calíope no llega, se ve que debe estar muy ocupada.
El mosquito está creciendo ¡qué paranoia! ¿Estaré soñando? Me pellizco, tomo un sorbo de agua. Estoy despierta, tecleando, y escucho "zzzzzzzzzzzz", el mosquito se ríe mientras sigue zumbando sobre el texto. Me fijo en sus movimientos, ahora va de una línea a otra pero ¿qué hace? Ya sé, quiere decirme algo. Se para en una letra, pasa a otra y a otra, manteniéndose un segundo en cada una hasta que se marcha hacia la ventana. ¡Al fin! Ya se fue y podré escribir mi relato.
Repaso lo escrito y observo que han aparecido unas letras en negritas, pero, yo no he escrito nada con negrita, entonces me doy cuenta de que ha sido el mosquito. Cojo un papel y un boli y voy anotando ordenadas las letras que el mosquito me ha dejado en negrita, "C-a-l-í-o-p-e s-o-y Y-o", a continuación las uno y aparece este mensaje: "Calíope soy yo"...
mmhr/2022