Puerto de Ribadeo (Lugo, Galicia). Fotos. mmhr/2009

domingo, 21 de mayo de 2023

Cuarentena

 Cuarentena

            Me acerco a la ventana para ver gente. La abro y me llega olor a café recién hecho y tostadas. Es muy temprano. Miro a la calle, solo pasa un muchacho que pasea al perro. Estoy sola. Oigo a los vecinos, escuchan las noticias mientras desayunan. Vuelvo a mirar por la ventana, no pasa nadie. El día empieza a clarear. La cafetera se ha estropeado, me toma la tostada con el aroma del café de los vecinos. Empiezo el teletrabajo. Me sumerjo en la novela que estoy traduciendo, los personajes me esperan, me acompañarán gran parte de este día, otro solitario día. mmhr/2023

martes, 16 de mayo de 2023

Rojo

             El color rojo es mi favorito. Una vez me lo preguntaron en una entrevista de trabajo y se dio por finalizada en ese momento. Es decir, metí la pata.

 Rojo

El rojo es excitante, agresivo, aventurero, provocador y me sigue gustando.

Es el color de las rosas que perfuman mi jardín de las delicias.

Es el color del beso de tu boca que llena de fuego mi cabeza.

Rojo como la cereza, la guinda y la manzana que mordemos con la complicidad del tiempo.

Rojo es el color del corazón que bombea la sangre.

Rojo es el color de la sangre que recorre nuestros cuerpos.

Rojo es el color del fuego renovador de la vida.

Rojo como el crepitar del tronco en la chimenea.

Rojo como el sol en el ocaso tropical.

Símbolo de la pasión de los amantes que se enredan en fugaces encuentros infinitos.

El color rojo es la vida que se nos escapa como los ríos que mueren en el mar de tu sonrisa.

 

            Volveré a decir que me gusta aunque me juzguen como aquel entrevistador. Ahora le mentiría diciendo gris y conseguiría el trabajo al que iría vestida de rojo el primer día y muchos otros.

MMHR/2023

domingo, 7 de mayo de 2023

El tesoro

 El tesoro

¡Qué jaleo! ¡Qué alboroto! La casa de campo de la abuela estaba atestada. Allí estaban todos, todos: los tíos, los primos, algunos parientes que nunca supo en realidad quiénes eran...

Se celebraba el cumpleaños del abuelo, el ochenta aniversario.

Siempre le gustó aquella casa, así que desde hacía algunos años había decidido explorarla por su cuenta. Era el más pequeño de todos y prefería echar una ojeada por las habitaciones en busca del “tesoro”. Hacía varios años que lo hacía, era más divertido que estar junto a todos los parientes. El tesoro que buscaba, y siempre encontraba alguno, podía ser cualquiera de los pequeños objetos que abarrotaban los muebles. El año pasado fue un anillo con un cristal verde que guardó en su bolsillo; el anterior fue un dedal con una virgen, o ¿fue la foto de su abuelo de soldado? No lo recordaba bien. Siguió en busca del objeto preciado, ¡lo encontró! Era un encendedor con unas iniciales que guardó en el bolsillo de su pantalón y se reunió con los demás.

Su abuela lo miró y él, risueño, le devolvió la mirada. La abuela le pidió que la ayudara en la cocina con el pastel. Le dijo que eran muchas velas pero entre los dos terminarían antes. Al acabar su abuela le dio un achuchón y sintió el objeto de su bolsillo, le besó y sonrió...mmhr/enero-2023

martes, 2 de mayo de 2023

La estupidez anda a trompicones

 La estupidez anda a trompicones

        Es posible, quizás, todo está en el aire, sujeto con pinzas de hielo…Las gotas de lluvia mojan mi rostro. ¿Es posible…? Quizás, algún día vuelva la lluvia; quizás algún día vuelva la estupidez a andar a trompicones; quizás algún día vuelva al oscuro y profundo mundo del silencio. No me gustan los martes ni los jueves nublados. Pienso que es mejor vivir en un eterno viernes con sol y temperatura primaveral. Mis párpados se cierran, los ojos llorosos por la luz reflejada en el océano, pero no me importa. Disfruto mirando el océano los viernes ¡qué absurdo! ¿Acaso no es igual el mirarlo cualquier día de la semana? Soy absurda, sí, lo confirmo. Y la estupidez vuelve, ya no camina a trompicones, viene rauda y veloz y se instala en mi mente adormecida por el sol. Así estoy, el sol me molesta, la sombra me da frío. Frente al mar, en la hamaca, que bien se ve el mundo sin pensar en nada. Luego, meditas un poco y ¡ah! Aparecen los problemas pero, ¿qué problemas tengo? En realidad, solo la salud. Sigo cuidándome, estirando los meses, los años...El sol, el mar, la compañía, todo bien menos la arena que ni siquiera la nombro; no puedo pisar la arena seca, me molesta que se meta entre mis dedos, no quiero pisar arena. Voy a darme un remojón, no me fío mucho del oleaje. El agua está fresca, es invierno aún, pero es agradable. Al final entro en el mar y dejo que el agua acaricie mi piel. Salgo a los cinco minutos, me envuelvo en la toalla calentada por el sol ¡qué placer! Menos mal que tengo puesto los escarpines y la arena no me va a molestar. Camino un poco, sigo hasta el faro. El sonido del mar, su olor, el calor del sol, podría estar así muchos días del año pero me obceco con mil pamplinas y me lo pierdo. Debo intentar llevarme más por aquellas actividades que me causen placer y además son buenas para la salud del alma y del cuerpo.

        Decido que, desde ya, me voy a dedicar al dolce farniente, en la medida de mis posibilidades. Si lo que me gusta, me hace feliz, también son felices los que me rodean. Si quiero escribir, escribo; si quiero escuchar música, la escucho; si quiero estar junto al mar, me voy; si quiero a los demás, debo hacer aquello que les haga felices. Siempre pensando que la estupidez anda a trompicones y yo tropiezo mucho. Un poco de orden en mi cabeza tampoco está mal y priorizar lo que quiero hacer. Vuelvo a la playa, vuelvo al mar en invierno, primavera y otoño. No, no he olvidado el verano, es que entonces estar junto al mar no me gusta por la masificación, el griterío, el bosque de sombrillas, la pradera de toallas...

        El mar, la mar como dice el pescador, el marino. El mar, la mar rizada, las gaviotas y los cormoranes me saludan en este invierno que termina soleado y primaveral. El sol, que calienta mi piel con protección 50+, miro el horizonte y descubro que la Tierra es redonda como dijeron los sabios en la Antigüedad. El mar, la mar, el mar azul o verde, ¡qué más da! La estupidez camina a trompicones, escribo. Quizás algún día termine. mmhr/2023

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