La
niñez, bendita inconsciencia,
asombro en los ojos,
risa en el alma.
La adolescencia, la consciencia
despierta,
miedo, a todo y a nada,
soberbio espíritu de
contradicción.
La juventud, apenas llega se va,
dejando un sabor agridulce,
un no sé qué de vivir sin haber
vivido.
La adultez responsable, corre,
vuela,
sin reconocerse en el espejo,
en los ojos de los otros…
La madurez, repentina,
pero, ¿cómo ha llegado sin avisar?
El mundo que te rodea ha cambiado,
no entiendes nada,
escuchas lo que dices y piensas,
¿es real? ¿Estoy soñando?
Es real, por supuesto.
apenas nacimos ayer y
ya estamos llegando al final.
La vejez, hoy prolongada con
pastillas rosas, azules,
anaranjadas…
¿Y si todo es un sueño?
¿Y si despertamos en los brazos
de mamá? Ilusión,
esperanza, miedo, locura,
desatino…
Así pasan las edades del hombre,
raudas, veloces,
sin darnos tiempo a saborearlas,
a vivirlas intensamente. mmhr/2017
Cena de Navidad
Hace 46 minutos
4 comentarios:
Realmente bueno
Saludos
Hola Mercedes, qué tal con tanto frío estival...?
Excelente poesía mojada de edades nos dejas.
Esto de las edades yo me lo tomo con una filosofía diferente. Creo que se debería entrar en las aulas desde una edad muy temprana el aprender a vivir el instante en el que se encuentra la persona en el presente, y ser conscientes de ello.
O sea: aprender a vivir el presente en cada momento de vida.
El instante, en la vida, si aprendes a vivirlo, puedes se inmensamente feliz.
El problema es que vivimos en una sociedad acelerada, e inculcamos a los discentes desde muy temprano esas nefastas prisas por vivir... Equivocadamente.
No sabemos vivir despacio. No sabemos disfrutar el instante de la vida. Y cuando llegamos a una edad avanzada, nos quemamos, y, evidentemente la mayoría de la gente se deprime.
Y, por cierto, no: No es un sueño. Ni tampoco la realidad. Es tan solo un conjunto de hipótesis que hemos ido seleccionando de entre cientos más de otras hipótesis (a veces miles) al recrear en nuestra mente lo que creemos y lo que nos interesa que es la aparente realidad en esos momentos que creíamos que estábamos viviendo.
Desde el instante, cuando se aprende a vivirlo, es diferente. La vida va más despacio, y el individuo tiene una mayor capacidad para elegir mejor de entre todas esas hipótesis que nos ofrece la mente de lo que puede ser el mundo, cuál nos interesa más para vivir ese momento, con mayor felicidad.
Abrazos, y gracias por la poesía. Feliz verano.
Muchas gracias, Mark. Saludos.
Hola, Juande. El verano va pasando deprisa pero plácidamente; leyendo con fruición entre chapuzones, siestas y paseos. Menos mal que el tiempo nos da una de cal y otra de arena.
Me alegra que te haya gustado la poesía.
Un abrazo y feliz verano.
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