La
niñez, bendita inconsciencia,
asombro en los ojos,
risa en el alma.
La adolescencia, la consciencia
despierta,
miedo, a todo y a nada,
soberbio espíritu de
contradicción.
La juventud, apenas llega se va,
dejando un sabor agridulce,
un no sé qué de vivir sin haber
vivido.
La adultez responsable, corre,
vuela,
sin reconocerse en el espejo,
en los ojos de los otros…
La madurez, repentina,
pero, ¿cómo ha llegado sin avisar?
El mundo que te rodea ha cambiado,
no entiendes nada,
escuchas lo que dices y piensas,
¿es real? ¿Estoy soñando?
Es real, por supuesto.
apenas nacimos ayer y
ya estamos llegando al final.
La vejez, hoy prolongada con
pastillas rosas, azules,
anaranjadas…
¿Y si todo es un sueño?
¿Y si despertamos en los brazos
de mamá? Ilusión,
esperanza, miedo, locura,
desatino…
Así pasan las edades del hombre,
raudas, veloces,
sin darnos tiempo a saborearlas,
a vivirlas intensamente. mmhr/2017
¿Implosión de la nueva Comisión Europea?
Hace 7 horas