Uno de los mayores atractivos de las rosas es su agradable fragancia, en el caso de las rosas amarillas este era un rasgo que en principio no compartian con las demás, pero gracias a las técnicas de cría y cultivo se ha conseguido un aroma mucho más agradable.
Los rosales florecen continuamente durante todo el año desde primavera hasta principios de invierno (o más en climas cálidos). Para que esto ocurra hay que cortar las rosas marchitas. Una técnica popular consiste en seguir el tallo de la rosa seca hasta encontrar la primera rama con cinco hojas y cortar inmediatamente por encima de ella. Luego, entrado el invierno, se hace la poda radical, dejando nada más que cuatro o cinco ramas de un palmo desde el tronco principal. También se puede hacer media poda en medio de la temporada para mantener el rosal en un tamaño mediano. Esta no es necesaria para la salud de la planta ni para que florezca más.
Los cortes deben hacerse con tijera bien afilada para que resulten limpios, es decir, sin picotazos. Deben ser sesgados, evitando los cortes rectos y no se deberán dejar fibras en ellos. Se debe cortar medio centímetro de la yema exterior en forma sesgada hacia adentro para que cuando llueva o se riegue la planta el agua corra y no se concentre en la yema perjudicando el crecimiento floral. Al rosal de pie se le deberá dar forma de copa de vino para permitir un buen acceso a la luz a toda la planta. Las rosas deben podarse cuando terminan de brotar las hojas.
Fotos: mamh&mmhr (abril/2014) Estas rosas son de mi jardín. Dedicado a mi madre que mañana cumpliría 85, una gran amante de las flores que sabía cuidarlas maravillosamente, hasta les hablaba (y seguro que le respondían).
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