Arsen
no era creyente. Tampoco creía en supersticiones. Le gustaba tentar
a la suerte. Le encantaba su gato Mefisto, negro como el azabache, le
gustaba pasar por debajo de una escalera mirando de reojo para ver
quién miraba su osadía...
Mefisto,
su gato negro, se le cruzó un martes trece, se miraron y desde
entonces supieron que no podrían vivir el uno sin el otro. El gato
se quedó inmóvil y para cogerlo tuvo que pasar por debajo de una
escalera...Desde entonces se acompañaban mutuamente.
Sí,
le gustaba tentar a la suerte. Se reía del miedo o la cobardía de
la gente. Si había algún peligro y todos se resguardaban en sus
casas, salía a la calle, desafiante. Para los vecinos era un
diablillo desde pequeño, un loco cuando creció, y ahora le temían.
Le temían porque con su actitud ponía en peligro a otros.
Por
ejemplo, en cierta ocasión, organizó una carrera de coches en la
que retó a otra persona; era una noche infernal con fuertes
chubascos, iban muy igualados cuando, de repente, en una maniobra de
adelantamiento golpeó a su contrincante, el coche de este se salió
de la carretera, volcó, se incendió y, dicen, que entre terribles
aullidos murió el conductor. Mientras, él, se ufanaba de haber
ganado la apuesta...
Solía
andar por los bajos fondos de la ciudad, siempre se movía en
ambientes de dudosa reputación y, aunque ya le tenían calado,
siempre conseguía que algún incauto cayera en sus redes aceptando
sus retos.
En
otra ocasión se le ocurrió caminar por una cornisa a diez pisos de
altura con los ojos vendados, evidentemente, habiendo caído un
descerebrado en su reto. Os podéis imaginar, claro, el otro cayó
estrellándose contra el suelo...Se marchó de allí, riendo, a
carcajadas, de un modo siniestro...
Lo
cierto, pensaba, es que ya estaba aburrido de inventar tantos retos
de tal calibre; también era cierto que cada vez tenía menos público
al que timar. A la gente le gusta vivir, aunque tenga una mala vida.
Esta vez, sí, esta vez retaría a las fuerzas de la naturaleza, o a
ese Dios en el que creen tantos millones de personas, o al mismísimo
diablo. No tenía muy claro todavía qué sería, tendría que
pensarlo bien...
Estaba
sentado frente a la chimenea, Mefisto se subió a su regazo como hacía
habitualmente cada noche. Mientras se tomaba un whisky, empezó a
esbozar algo que parecía una media sonrisa en su feísimo rostro.
Cogió el teléfono y llamó al periódico local y les dijo que
anunciasen en una página completa que retaba a Satanás; el reto
consistiría en que este, si es que es que existía y tenía el poder
de ser el maligno, le enviara un rayo que terminara con su vida...
Cuando
el anuncio se publicó hubo gente que se santiguó ante tamaño reto,
otros ni echaron cuenta, pero hubo muchos que, conociendo como solía
ganar los retos, apostaron por él.
"Si
no pasaba nada..., pensaba el párroco, pero, ¿y si ocurría?" Los
creyentes le consultaban a él, y la verdad, empezaba a cansarse de
tener que consultar tanto la Biblia para darles explicaciones
convincentes, pero rezaba y animaba a orar a sus feligreses para que
el poder de Dios se manifestase.
Pasaron
algunas semanas, el tiempo era bueno, soleado, muy frío, pero no se
avecinaba tormenta. Nunca antes, en esa ciudad, se había consultado
tanto el parte meteorológico...
Una
noche, especialmente gélida, el fuego de la chimenea estaba
prácticamente apagado, sentía mucho frío y se fue a la cama. Mefisto,
como cada noche, le siguió, acurrucándose junto a su amo. Pronto
quedaron dormidos. Habían pasado algunas horas, cuando Arsen empezó a
revolverse en la cama, sudando, tenía una pesadilla, alguien le
perseguía ¡tuvo miedo, por primera vez! De repente abrió los ojos
y lo vio, ante él, sobre sus dos patas traseras, de pie sobre la
cama estaba Mefisto, enorme, mirándolo con sus ojos amarillos,
riéndose...No podía ser, seguía soñando, empapado en sudor, con
la garganta seca y el corazón encogido, sin poder moverse,
gritando: ¡Vaya pesadilla! ¡Qué terror!...Se dio cuenta de que
seguía soñando. Quiso despertar, tenía que despertar...Pero,
entonces, Mefisto, ese gato negro gigantesco, le lanzó un rayo que lo
partió en dos, mientras se oían sus siniestras carcajadas...mmhr/2020