Puerto de Ribadeo (Lugo, Galicia). Fotos. mmhr/2009

lunes, 24 de marzo de 2025

La frutería

 La frutería

Al entrar me impregné de una amalgama de olores frescos a naranjas, fresas, limones, tomates, pimientos, ajos y brócoli. Colores cálidos, rojos, anaranjados, rosados y amarillos y el frío verde. Saboreaba con los ojos. Masticaba el perfume dulce, ácido, picante de todos los frutos que allí tenían. El brócoli, verde oscuro, intentaba destacar sobre las fresas y, a veces, lo conseguía. El humilde ajo soñaba con los platos en los que podría usarlo. La lechuga, los tomates, pimientos y cebollas pensaban que pronto estarían juntos en una fuente. Yo miraba a un lado y a otro, respiraba hondo y pensaba que estaba cerca del paraíso. Las manzanas me miraron y me guiñaron un ojo. mmhr/2024

domingo, 9 de marzo de 2025

El paraguas

 El paraguas

        Salir a caminar bajo la lluvia fue una práctica habitual durante una época de su adolescencia. Se sentía libre y pensaba en un futuro mejor que aquel presente. Tenía que mentir para que la dejaran salir. Se inventaba que tenía que ir a casa de alguna compañera del instituto. Si hubiese dicho lo que pensaba hacer, caminar bajo la lluvia, sin rumbo, andar por andar oyendo las gotas chocar en el paraguas...Pero ella se sentía en otro mundo, en el suyo, imaginado. Un mundo en el que estaría relajada y no tendría que escaparse a caminar bajo la lluvia. Huele la tierra mojada y recuerda esos paseos solitarios con su paraguas como único compañero de camino. El agua le salpica los pies, está fría...Cuando vuelve, es otra, la lluvia, el paseo, la han renovado y llenado de energía para seguir esperando el futuro, el ahora. mmhr/2023

jueves, 6 de febrero de 2025

El mosquito minúsculo

            Volvieron las madrugadas a 27º C, todos los veranos volvían. Son las 2:54 de un domingo que se prevé sofocante; 26º C marca en ese momento el termómetro y una ligera brisa del suroeste refresca el estudio mientras tecleo estas líneas en el ordenador, gozaremos de ella. Quizás este viento del suroeste vuelva a traer a las musas que se fueron a Dinamarca pues, con tanto calor, eran incapaces de hacer su trabajo, es decir, inspirar a los aprendices, a los que aspiramos a ser capaces de escribir un pequeño relato, al menos, ya que no una novela.

            El pequeño mosquito recorría la pantalla de un lugar a otro, distrayéndome. Es minúsculo, pero puñetero porque me ha hecho perder el hilo que la musa me ofrecía. Tendré que empezar otra vez.

            Érase una vez un pequeño mosquito ¡¡no!!, eso no es lo que quería escribir. Pero el mosquito volvió, me mira mientras se ríe. ¿Se ríe de mi incapacidad para aprovechar el hilo que Calíope me ha ofrecido hace unos minutos? Se ha marchado o ¿me ha dado una tregua? Bah, solo era un minúsculo mosquito.

            Son las 3:08. ¡Eh, Calíopeee! Vuelve, por favor, te necesito, antes de que el mosquito regrese. ¿Por qué existen los mosquitos? Uff, no podía sacármelo de la cabeza. Calíopeee, ven, por favor. Sí, me gustaría que me inspir, que me inspirases un poquito; Calíope no viene, ni me escucha y ahí está otra vez el mosquito...

            El mosquito se pasea diligentemente por la pantalla, pensé que estaba buscando un lugar para estar cómodo. Se paró, pude ver sus requeteminúsculas patitas moviéndose nerviosas, se volvió a parar, me miró, ¿me está mirando? Sus ojos se han agrandado y me miran fijamente y ahora ¿qué hace? ¿me está haciendo señas? Sí, me indica con una de sus patitas el texto...¡Qué locura! ¡Ah, quiere que deje de mirarlo y me centre en el texto! 

            Calíope no llega, se ve que debe estar muy ocupada. 

            El mosquito está creciendo ¡qué paranoia! ¿Estaré soñando? Me pellizco, tomo un sorbo de agua. Estoy despierta, tecleando, y escucho "zzzzzzzzzzzz", el mosquito se ríe mientras sigue zumbando sobre el texto. Me fijo en sus movimientos, ahora va de una línea a otra pero ¿qué hace? Ya sé, quiere decirme algo. Se para en una letra, pasa a otra y a otra, manteniéndose un segundo en cada una hasta que se marcha hacia la ventana. ¡Al fin! Ya se fue y podré escribir mi relato.

            Repaso lo escrito y observo que han aparecido unas letras en negritas, pero, yo no he escrito nada con negrita, entonces me doy cuenta de que ha sido el mosquito. Cojo un papel y un boli y voy anotando ordenadas las letras que el mosquito me ha dejado en negrita, "C-a-l-í-o-p-e  s-o-y  Y-o",  a continuación las uno y aparece este mensaje: "Calíope soy yo"... 

mmhr/2022

         

lunes, 20 de enero de 2025

Jubilación y mala pata

           Pensaba que por estas fechas estaría saltando de alegría al estar felizmente jubilada. Felizmente jubilada por haber cumplido mi etapa profesional y terminarla con salud; lo primero se ha cumplido, sí, deseaba con ansia la jubilación aunque la prorrogué unos meses para no dejar a mis alumnos antes de acabar el curso; lo segundo, a medias, pero ya sabemos, las mujeres vivimos más que los hombres pero con "más pastillitas", muchas de nosotras padecemos a partir de los cincuenta un descenso físico notorio. No me refiero al físico visible, que es obvio, me refiero al que no se ve.

          En mayo, en mi segunda salida tras el confinamiento tuve la mala pata, nunca mejor dicho, de caerme y romperme el tercer metatarso de uno de mis pies. Eso me llevó a estar dos meses más confinada, inmovilizada, saliendo solo para ir al médico y al fisio. En julio pasé todas las itv, oncología, endocrino, y traumatología (también la del coche). Sin embargo, cuando empezó agosto llegó una lumbalgia, como nunca había tenido, los médicos que me han visto hasta ahora dicen que es por sobrecarga, el tiempo de inmovilización, el peso..., pero, todavía sigo con ella, y hasta el mes que viene no sabré los resultados de las pruebas. Mientras el dolor que te incapacita...

          Pensaba que por estas fechas de septiembre estaría ya viajando, cruzando límites y fronteras, con el estrés crónico casi olvidado y sigo aquí. Sí, confinada, porque no camino bien, porque me duele, porque me quejo más que cuando tuve el cáncer. Me cuesta no pensar en el dolor porque es constante, porque no puedo conducir, porque dependo de los demás para la mayoría de las cosas, porque no puedo disfrutar todavía y estoy harta de antiinflamatorios y relajantes musculares que no quitan el dolor, si acaso lo menguan un poco.

         Me entretengo publicando artículos de vacaciones pasadas, no puedo concentrarme en la lectura, devoro los pasatiempos y las series televisivas. 

         No obstante, debo alegrarme de que el COVID19 no haya tocado a nadie de mi familia, de no tener que ir al instituto con la pandemia. 

         Este año pasará, saldré de estas, y entonces tendré el disfrute soñado y merecido. Mientras tanto, voy a cancelar otro de los viajes planeados. Salud. mmhr/2020

        Y hasta ahora no he podido escribir más sobre ésto. Han pasado más de cuatro años. Los resultados de las pruebas fueron demoledores, el bicho había vuelto. El dolor desapareció de la noche a la mañana. Metástasis ósea. Radioterapia. Afortunadamente encontramos una terapia (la segunda, la primera falló) que lo tiene a raya. Estoy bien, la enfermedad está controlada aunque con más pastillitas de colores. mmhr/2025


Vivir


El Sol se está ocultando. Coge aire, respira y sigue andando. No, no te pares, la vida sigue y tienes que vivirla. 

Caen las hojas de los árboles, cambian las estaciones, se suceden de modo inexorable la noche y el día. Vive, para que siga amaneciendo tu espíritu un día más. Haz el esfuerzo, lucha, indígnate y patalea cuando lo creas necesario; llora, ríe, ama, sí, ama siempre para que merezca la pena esa lucha constante; la lucha por vivir, por salvar los obstáculos que siempre surgen. La rueda de la vida sigue rodando, como las olas van y vienen, en su eterno girar.

Nada es fácil, aunque, a veces, lo parezca. Elige la opción por la que siempre te decantaste: la vida, la Vida con mayúsculas. mmhr/2020.

Foto: mmhr/2019

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