EL DILEMA
Gustavo,
piensa, no puedes seguir así. Estás cansado siempre, ese trabajo te
está matando poco a poco y tienes que dejarlo. Claro, tienes que
decidirte. Si lo dejas te quedas en el paro con todo lo que supone
esa decisión. No tienes ahorros, tienes que apañarte. Si sigues
trabajando, si sigues no sé cómo seguirás vivo. Huele a quemado.
Ja ja, quemado, estás tú. Es posible que se esté quemando la
comida. Tienes que decidirte. Te quedas en el paro y buscas otro
trabajo mejor que no te estrese, con un jefe que no sea un hijo de
puta. Sí, porque a este no lo aguantas más. Es un explotador, os
hace trabajar 12 ó 14 horas y solo paga 8. El bote se lo queda y si
tenéis que comer os hace comer las sobras. ¿Cómo llegaste a esta
situación, Gustavo? No sabes cuándo. Tal vez, sí, fue entonces,
empezaste hace diez años. Son los peores años de tu vida. Sirves
las mesas y te gusta atender a los clientes, aunque hay algunos que
son unos siesos, en general son amables y tú eres educado y amable
con ellos. Huele a quemado. Tienes que ir a la cocina. Se ha quemado
la carne, achicharrada. Sigues pensando que lo mejor es empezar a
mandar curriculums y buscar trabajo. No sabes cómo pero tienes que
hacerlo y hoy todavía tienes que ir a trabajar al restaurante. Ves
la cara del jefe, escuchas sus órdenes a gritos en tu cabeza, te
vuelves loco. No puedes más, pero tienes que ir hoy. No sabes que
vas a comer ahora. Pues te haces un bocadillo, te arreglas y te vas
al curro. Tus compañeros piensan igual que tú pero tienen familia,
son “sin papeles” y aguantan. Tú no, diez años son muchos,
ahora lo vas a dejar. Lo dejas, seguro. La decisión está tomada.
Gustavo, te dices, sonríe un poco. mmhr/2024