En octubre de 2015, me sucedió algo que me ha llevado a una aventura fascinante.
Todo empezó cuando una tarde estaba buscando una carpeta con apuntes de Geografía de 2º de Bachillerato. En un estante tenía varias, elegí una y al abrirla me sorprendí al ver un paquete de papeles viejos, muy viejos, amarillentos. No recordaba que era aquello, pero estaba segura que no eran los apuntes que buscaba. Me fui a la mesa, saqué el contenido y ¡oh! ¡Sorpresa! ¿Cómo había podido olvidarme de aquello?
Sé que este artículo no es un relato de misterio como los que suelo escribir, así que os contaré. El paquete contenía cartas y algunas fotos, antiguas, escritas unos años antes de nacer yo. Las había encontrado en casa de mi madre en 2011, cuando ella falleció, venían de San Francisco, California y mi curiosidad innata hizo que las recogiera y guardase en la carpeta para verlas con detenimiento cuando tuviese tiempo. Sí, claro, que me había olvidado de ellas.
Cogí una de las cartas, amarilla y polvorienta, escrita con una buena caligrafía. El remitente escribía desde San Francisco a mi tío abuelo materno al que se dirigía como "Querido primo".
No sabía que tenía parientes en América, aunque algo había escuchado en mi infancia. Cuando empecé a leerla no puedo explicar la emoción que sentí, doblemente: por una parte, era una historia sobre la emigración transoceánica de principios del siglo XX que enseño a mis alumnos del instituto; por otra, era una parte de la historia de mi familia materna que desconocía...e inmediatamente me puse manos a la obra.
En esa carta, el remitente contaba que había salido del puerto de Málaga en 1907 con toda su familia rumbo a Hawái. ¿Hawái? En nuestra familia nos contaban cuando éramos pequeños que un primo, del abuelo o de la abuela, se había ido a América como misionero y se había llevado a sus hermanas; decían que se habían asentado desde Argentina hasta llegar a California pero ¿Hawái? No había estudiado nunca nada sobre españoles que en esa fecha emigraran a ese lugar tan remoto. Además hay que tener en cuenta que en esa fecha no teníamos relaciones con Estados Unidos -tras el desastre del 98 y la pérdida de las últimas colonias- Hawái no formaba parte de Estados Unidos aunque el proceso de anexión había comenzado en 1898...
No me quedaba otra, tenía que investigar y empecé inmediatamente a consultar en Google. "Migración españoles Hawái 1907", y me encuentro una página de Facebook llamada "Hawaian Spaniards"; leí un poco, en inglés, e informaba "In 1907 the Helliopolis left Malaga bound for the Hawaiian Islands. Followed by the Kumeric, Orteri, Willesden, Harpalien and Ascot.", es decir, el principio de esa frase era lo mismo que se decía en aquella carta. Seguí leyendo otras cartas en las que el remitente se comprometía, dada su avanzada edad a escribir semanalmente a su primo en España contándole toda la odisea que habían pasado hasta conseguir unas condiciones de vida dignas.
Envié un mensaje al administrador de Hawaian Spaniards a ver si me aclaraba algo. Creo que el mismo día me contestó un señor confirmando la emigración de mis familiares y demostrando con un documento, la página de la lista de pasajeros del barco (Manifest of ship) en el que viajaron dónde aparecían anotados los nombres y otros datos personales.
Con la inestimable ayuda de Hawaian Spaniards from FB, contacté con una de los descendientes. Esta "prima" y yo empezamos a enviarnos emails, nos hicimos amigas en FB y así me fue presentando, virtualmente, a otros familiares suyos y poco a poco me encontré con una gran familia, lejana, pero unida por lazos de sangre. A otros los encontré yo en Internet y los fui uniendo al grupo.
Mis parientes habían partido a bordo del SS Heliopolis en 1907, desde el puerto de Málaga al de Honolulú, con varios hijos, yerno, nietos y allegados. Más tarde, se le unirían más hijos, yernos, nietos, primos, sobrinos...El remitente era el hijo mayor, sacerdote que formaba parte de la tripulación como capellán católico durante ese viaje.
En mi investigación supe que entre 1907 y 1913 emigraron a Hawái casi 9300 españoles. Iban a cortar caña de azúcar. La Asociación de plantadores hawaiana había hecho un llamamiento haciendo una buena oferta laboral. Los agentes que representaban a esta asociación empezaron a reclutarlos por nuestra Costa Tropical (litoral de Granada y Málaga) dónde se cultivaba la caña de azúcar desde la Edad Media. Preferían familias, parejas menores de 45 años los hombres y menores 40 las mujeres. Podían llevar todos los parientes menores de 40 años que quisieran. Todos los menores de 45 años tenían el pasaje gratis, se ofrecía una vivienda más una fanega de tierra que a los tres años serían ambas de su propiedad, escuela gratuita para sus hijos...Prometían tanto que, muchos, dada la miserable vida que había en el campo andaluz y español en general, encontraron la oferta muy tentadora.
Un viaje que fue una odisea, llena de penalidades: cruzar el Atlántico hacia América del Sur, pasar el Estrecho de Magallanes pues aún se estaba construyendo el Canal de Panamá, una sola parada en Punta Arenas (Chile) y rumbo a las islas Hawái por el Pacífico. Un viaje de unos 45 días, en la bodega de carguero.
¿Qué puedo añadir más? Poco a poco, he ido conformando un proyecto. Mi deseo de escribir un libro que va tomando forma para que sea un aporte más en la difusión de la historia de todas las familias que fueron tan valientes de lanzarse a buscar una vida mejor a tantos km de distancia.
Documentos, privados y públicos, prensa, bibliografía...Investigar, por mi parte, en archivos y hemerotecas, leer, recopilar, escribir, muchas horas de mi tiempo libre, para intentar construir toda una vida familiar (¡ojalá!) de un hombre que se fue a hacer las Américas a bordo del SS Heliopolis, desde el puerto de Málaga al de Honolulú en 1907.
Relacionado con este primer viaje a Hawái del SS Heliopolis, he participado en un documental ("Pasaje a Hawái. 1907-1913") por iniciativa de Miguel Alba, que me invitó, junto a descendientes, americanos y andaluces, de varias de las familias andaluzas que emigraron a Hawái.
Estamos en 2023, y hay quién pensará que en tantos años da tiempo a escribir El Quijote, pero mi libro no es una novela y sobre todo yo no soy Cervantes. He tenido que compaginar mi vida de superwoman, muy estresante y sacar ratitos del poco tiempo libre que me quedaba para dedicarlo al proyecto. Ahora llevo jubilada un par de años y se nota cómo he podido avanzar hasta prácticamente tenerlo terminado. Ojalá que en unos pocos meses pueda publicarlo. ¿Quién sabe? A lo mejor hasta encuentro un editor interesado.
mmhr/2023