SonetoSeñor, el viejo tronco se desgaja,
el recio amor nacido poco a poco,
se rompe. El corazón, el pobre loco,
está llorando a solas en voz baja, del viejo tronco haciendo pobre caja
mortal. Señor, la encina en huesos toco
deshecha entre mis manos, y Te invoco
en la santa vejez que resquebraja
su noble fuerza. Cada rama, en nudo,
era hermandad de savia y todas juntas
daban sombra feliz, orillas buenas.
Señor, el hacha llama al tronco mudo,
golpe a golpe, y se llena de preguntas
el corazón del hombre donde suenas. De La estancia vacía, 1944. Leopoldo Panero (Astorga, León, 1909-Castillo de las Piedras, León, 1962)
El viejo troncoNo desdeñes el tronco carcomido
que el recio vendaval desarraigó,
si ya no da frescor para el viajero
es que era viejo y el viento lo venció.
Tú que pasas, al verlo asÍ caÍdo,
no creas que cumplió ya su misión;
en sus entrañas guarda ardor de soles,
que han de trocarse en roja quemazón.
Si ya no extiende su ramaje verde,
y, si al caer perdió su majestad,
tiene en cambio bellezas en su seno,
que no pudo tronchar la tempestad.
Encierra la labor de muchos años;
el tiempo lentamente lo formó.
Recibió escarchas, brisas y rocíos;
la tierra con constancia lo crió.
Dio frondas protectoras a los nidos,
ramas secas al pobre leñador;
protegió las cabañas contra el viento,
cantó a su sombra endechas el amor.
No desdeñes el tronco carcomido
que el recio vendaval desarraigó,
porque guarda bellezas en su seno
que el sol al calentarlo le ofrendó.
Cuando sople en invierno la ventisca
desmenuzando hielos al pasar,
el viejo tronco te dará sus leños
para avivar la llama del hogar.
Feliz aquel, que como el viejo tronco,
deja lumbre y calor donde vivivó;
deja un lampo de amor y de cariño,
indicando que un alma allÍ pasó.
AdolfoVilatte Lavigne (Argentina)
Foto: mmhr (febrero/2014)