domingo, 30 de septiembre de 2018
sábado, 29 de septiembre de 2018
Los Patios de Córdoba
Debido a la climatología seca y calurosa de Córdoba, los habitantes de la ciudad, primero los romanos y más tarde los musulmanes, adaptaron la tipología de casa popular a las necesidades, centrando la vivienda en torno a un patio, que normalmente tenía una fuente en el centro y en muchas ocasiones un pozo que recogía el agua de lluvia. Los musulmanes readaptaron este esquema dando entrada a la vivienda desde la calle a través de un zaguán y colocando vegetación abundante para aumentar la sensación de frescor.
Tipos de patios:
Existen dos tipos claros de patios: un primero de casa unifamiliar donde las estancias se distribuyen alrededor de este. Suele estar enclaustrado y el suelo es enlosado o de mosaico empedrado. Un segundo, de casa de vecinos, hoy en día menos populares, desde donde se accede a las viviendas. La vivienda suele tener dos plantas, con lo que el patio se enriquece con balcones corridos, escalera y tejadillo. Es frecuente el pozo en lugar de la fuente y lavadero común, y en algunas encontramos albercas.
¿Dónde se ubican?
El barrio más característico es el del Alcázar Viejo, entre el Alcázar y la parroquia de San Basilio, aunque también los encontramos por el barrio de Santa Marina, alrededor de San Lorenzo y la Magdalena. En el entorno de la Mezquita-Catedral, el barrio de la judería presenta también ejemplos de gran belleza y antigüedad. El exponente más bello lo encontramos en el Palacio de Viana, que ofrece doce patios diferentes.
Concurso de Los Patios de Córdoba
Desde el año 1921 el Ayuntamiento de la ciudad organiza durante la primera quincena de mayo un concurso de Patios, en el que los propietarios de estos engalanan sus viviendas con ahínco para conseguir el prestigioso galardón ofertado por el Consistorio. Paralelamente se celebra un festival con numerosas actuaciones folclóricas donde se dan cita los mejores cantaores y bailaores de la tierra.
En diciembre de 2012, Córdoba recibió otro distintivo más: La Fiesta de Los Patios fue reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Hay que felicitar a las personas que cuidan estos patios, con esmero, quitando hojas y flores muertas, dejando el suelo impoluto y sin descuidar el riego tan necesario en una ciudad tan calurosa. El sonido del agua, el aroma de las flores y plantas aromáticas, el agrupamiento de las plantas, la disposición geométrica en muchos de los patios, el abigarramiento o la anarquía de otros, los colores resaltando sobre el blanco de las paredes...son todo un lujo para los sentidos.
No vayan a pensar que en un día de visita se pueden ver todos pues creo necesario al menos tres. De todas formas al ser una fiesta anual si solo se dispone de un día, siempre podremos volver otro año.
Más información: http://www.turismodecordoba.org/patrimonio-humanidad.cfm
jueves, 20 de septiembre de 2018
Un paseo por los Oscos (Asturias)
Hórreo. Pardiñas, Comarca de los Oscos (Asturias)
Mazonovo, Museo de los molinos (Asturias). Mazonovo está formado por un conjunto de edificios en torno al cauce del río Cabreira, donde se ha creado un Museo (privado) con todo tipo de molinos hidráulicos
Santa Eulalia de Oscos |
Ermita. En algún lugar entre Lugo y los Oscos (Asturias) |
Ayuntamiento. Villanueva de Oscos |
lunes, 17 de septiembre de 2018
Ella
Pensaba que su vida se había acabado. Iba de habitación en habitación buscando su presencia, necesitaba su voz, su olor, su risa...
Ahora se daba cuenta, tarde ya, de cuánto la quiso. Toda una vida juntos. En esa casa nacieron los hijos; de esa casa se marcharon un día; y ellos, volvieron a estar sólos, como al principio, como dos enamorados.
Pero, ella, enfermó y tras unos meses de lucha inútil, se fue para no volver. Su amada, su compañera, le había abandonado dejándole.
Sonó el timbre de la puerta y saltó del sillón, pensando que sería ella que volvía de la compra. Pero, no, imposible, ¿cómo se le había ocurrido? El timbre siguió sonando y le sacó de su ensoñación. ¿Quién sería? ¿Quién vendría a molestarle si él quería estar sólo para llorar su dolor?
Se dirigió hacia la puerta, pero, quiso la mala suerte, que tropezara con el pico de la alfombra y cayera al suelo...
Su hijo mayor, después de llamar varias veces sin obtener resultados, se marchó.
Estuvo mucho tiempo en el suelo, no sentía dolor. El timbre había dejado de sonar y había oído pasos que se alejaban.
No supo cuánto tiempo había pasado hasta que pudo levantarse. Apoyándose en una silla cercana comenzó, poco a poco, torpemente, a levantarse del suelo hasta que se puso de pie. Estaba mareado y dolorido. Se dirigió al sofá, se sentó y notó algo pegajoso en su nuca. Era un hilillo de sangre, pegajosa, caliente, que manaba de su cabeza, se había golpeado al caer pero, ¿con qué? Miró buscando y entonces vio un tiesto roto en el suelo. Oh, era la planta preferida de su esposa, y él en su torpe caída la había roto.
Se lavaría la herida y saldría a comprar otro tiesto para colocar la planta y que ella no lo notase. Lo dejaría todo limpio, no quería que viera las manchas de sangre y se asustara.
¡Dios mío! Pero, ¿qué estaba diciendo? Si ella ya no está, con el golpe lo había olvidado. Probablemente, había perdido el conocimiento al caer y...
Fue al baño, se lavó como pudo la herida y se puso una venda alrededor de la cabeza.
De nuevo, comenzó a recordarla, allí, peinando sus blancos cabellos y con sus labios rojos. Recordó como le gustaba verla vestida de rojo, su color favorito y ella, coqueta, pintaba con carmín del mismo tono sus labios. Cuando fueron a Mallorca o el viaje a Italia, inolvidables momentos. Ahora estaban ilusionados con un crucero pero, ella se ha ido para no volver.
Le dolía la cabeza enormemente, se tomaría un analgésico, no sabía cual, ella siempre sabía lo que el tenía que tomar.
Estaba en la cocina, cuando sintió que alguien abría la puerta de la casa con llave y se asustó. Cogió un cuchillo y se quedó quieto, en silencio. Entonces, oyó una voz familiar, pero, era ella, su esposa. No podía ser. Sin duda el golpe le había trastornado.
Pero, bueno - dijo ella- ¿es que hoy no piensas levantarte? Y abriendo las cortinas del balcón del dormitorio, le dijo: -Hace un día precioso, mira por el balcón como luce el sol. Venga, levántate, que tenemos que preparar el equipaje. ¿Equipaje?-dijo él- Claro, hombre, mañana nos vamos de crucero. (mmhr, 2009)
19 comentarios de Free Like The Wind
merhum dijo
mirandoalsur dijo
buenos días Mercedes
Ev@ dijo
Un besito
mirandoalsur dijo
Manuel Cascales Guindos dijo
José Mari dijo
¡Un abrazo!
merhum dijo
merhum dijo
merhum dijo
merhum dijo
MANUEL dijo
merhum dijo
gloriainfinita dijo
merhum dijo
fernandomaria dijo
Un beso, Merhum.
libertadveinte dijo
día despertaremos? ¿Y si en realidad, somos otra persona a la
que creemos ser?
Me ha gustado tu relato porque no esperaba ese final.
Saludos.
merhum dijo
merhum dijo
domingo, 2 de septiembre de 2018
IDP 543 (continuación)
El informe del forense determinó que los restos óseos encontrados correspondían a un hombre de entre 30 y 40 años, de 1'80 de estatura, al que le faltaban dos falanges del dedo corazón de la mano izquierda. No sabían casi nada más, probablemente correspondían a algún pasajero por lo que publicaron estos datos por si pudiera ser alguien que había desaparecido. No había restos de ninguna sustancia, los huesos estaban totalmente desprovistos de otros restos orgánicos, estaban limpios y relucientes, no habían estado enterrados,...era todo un misterio.
El IDP 543 contenía hasta seis cilindros dorados en otros tantos compartimentos secretos, lo que significaba que iría dejando un rastro de aquellos que lo manipulasen. La multinacional para la que trabajaba llevaba años subvencionando su investigación desde que les presentó el proyecto. Habían guardado en secreto toda la investigación, pero una de las últimas memorias entregadas había desaparecido por lo que era esencial encontrar el prototipo. El IDP 543 no tenían un gran coste de producción pero su valor era incalculable y su inventor tenía la intención de hacerse millonario. Durante años había trabajado en diferentes multinacionales y Estados sin conseguir salir de la mediocridad, era ambicioso y ¡por fin! había llegado su fortuna. Nunca aspiró a obtener premios o galardones por su trabajo, solo quería ser rico, riquísimo, sin importarle las consecuencias éticas de su invento. El IDP 543 siempre iría unido a su nombre (Ian Douglas Perkins) como la guillotina al Dr. Guillotin.
En la comisaría central, Frank Silver, jugueteaba con su encendedor; lo había sustraído del tren cuando fueron a inspeccionar el esqueleto. Le gustó desde el primer momento, lo vió a unos dos metros de los restos, brillaba, observó que ningún compañero ni el forense miraban en esa dirección y lo guardó en su bolsillo. Su compañero, Albert, se acercaba con los cafés por lo que se lo guardó rápidamente en el bolsillo de su pantalón. Tomaron sus cafés y recibieron una llamada del comisario, tenían un aviso de reyerta en un bar de la calle 15...
El Dr. Perkins tenía tres días como máximo para llevar el prototipo a la reunión del consejo de dirección de la multinacional.
En la comisaría Frank hacía el informe de la pelea para entregar al comisario. Cuando lo terminó se dirigió al despacho de este y lo dejó en su mesa; como no estaba el comisario aprovechó para echar una mirada y cogió una pluma que le llamó la atención guardándola en el bolsillo del pantalón. Entonces fue cuando notó que faltaba el encendedor. No recordaba haberlo sacado, ¿dónde lo habría perdido?
En el bar de la calle 15 los empleados se afanaban por limpiar y ordenar el local después de la pelea. Michael, uno de los camareros encontró un encendedor con aspecto de valer bastante y se lo entregó al encargado. Seguro que su dueño volvería por él. El encargado lo puso en un cajón de la mesa del pequeño despacho que había tras la cocina. Dos horas después cuando todos se habían marchado, lo sacó, lo observó y decidió quedárselo. Apagó las luces, cerró las puertas y decidió que ya era hora de fumar un cigarrillo. Sacó el pitillo, lo encendió y cuando iba a guardar el encendedor en su chaqueta notó algo que se movió, sí era un minúsculo compartimento en uno de los ángulos, allí dentro había un cilindro pequeñísimo, como una pila minúscula que intentó sacar agitando el encendedor. Tras varios intentos se desprendió y pudo cogerla, no sin antes tirar el cigarrilo que le estaba quemando los labios. Lo puso en la palma de su mano y prontó sintió que le quemaba ¿qué era aquello? No pudo pensar nada más. En la acera quedó su esqueleto...
Pasaron horas hasta que alguien que pasaba por allí lo descubrió y llamó a la policía.
Thomas llevaba muchos años rebuscando en los contenedores de basura. Como otros "sin techo" llevaba un carrito de supermercado lleno de sus pertenencias (hoy había encontrado una botas que le vendrían muy bien). Vio algo que brillaba en el suelo, se agachó y cogió el encendedor. Tenía incrustadas piedras de colores en el metal plateado, no se le ocurrió que fuera valioso pero le gustó y se lo quedó...
Al día siguiente los periódicos traían grandes titulares ¡DOS ESQUELETOS HAN APARECIDO! rodeados del mismo misterio que el del tren. Uno en la puerta de un bar de la calle 15 y otro muy cerca, en un cajero automático donde solían dormir algunos "sin techo". El Dr. Perkins tomó nota de la dirección. Tenía que encontrar el IDP 543, ya iban tres muertos, el pánico se extendía por la ciudad. Buscó por la zona, con discreción pero no lo encontró.
Marla, la limpiadora del banco donde encontraron uno de los esqueletos, limpiaba el lugar después de irse la policía; detrás de un macetón encontró el encendedor y se lo quedó. Su marido se pondría muy contento cuando se lo diera. Cuando volvía a casa llevaba su mano en el bolsillo del abrigo, sus dedos tocaban, acariciaban el encendedor y pensaba en su marido. De repente, empezó a sentir un ardor en sus dedos ¡se estaba quemando!
Quedaban dos días para la entrega del prototipo cuando en las noticias de la ABC anunciaron que habían encontrado el cuarto esqueleto cerca de la estación de metro de la calle 14.
El Dr. Perkins se dirigió hacia allí con la esperanza de hallarlo antes de que llamara más la atención. El caso de los esqueletos tenía a la ciudad aterrada. Aunque los informes del forense no decían nada nuevo, solo datos como los del primero sobre la edad, sexo y complexión, la gente pensaba que un loco andaba suelto y rociaba con ácido a sus víctimas. Así que ya se hablaba del "asesino del ácido". Nada más lejos de la realidad.
La secretaria del presidente de la multinacional llamó al Dr. Perkins para recordarle que la reunión se celebraría el viernes a las 15:00 horas. Tenía que apresurarse en encontrarlo.
Frank Silver no podía creer la suerte que tenía, había encontrado el encendedor, pero lo que no podía creer es que estuviera junto al último esqueleto encontrado. Era un misterio, pero, bueno, ya estaba en su poder. De vuelta a la comisaría Albert le dijo que le había visto guardarse algo de la escena del crimen en el bolsillo; hacía tiempo que había notado la afición de Frank por apropiarse de lo ajeno, no solían ser objetos valiosos pero en algunos casos, como este, podían ser esenciales para esclarecer el caso. Frank se lo enseñó y Albert lo tomó en sus manos, le dio la vuelta, le pareció un objeto muy singular, nunca había visto nada igual. Pararon ante un burger y Frank salió a comprar unas hamburguesas mientras Albert seguía embelesado con el encendedor. Miraba las piedras, seguro que el encendedor era de algún millonario, entonces sintió que una de las piedras se levantaba dejando un minúsculo compartimento abierto. En el interior había un pequeñísimo cilindro dorado, intentó extraerlo con la uña y entonces empezó a sentir quemazón en el dedo...Cuando Frank volvió descubrió aterrorizado el esqueleto de su compañero sobre el volante. Asustado empezó a gritar, la gente se arremolinaba alrededor del coche patrulla. Entre los curiosos estaba el Dr. Perkins, quién hábilmente y con sumo cuidado abrió el coche para llamar pidiendo ayuda pues el otro policía seguía histérico. Allí a los pies de lo que quedaba de Albert estaba el IDP 543, lo recogió y para cuando llegaron la ambulancia y dos coches de policía, él ya se había alejado.
Aún quedaba un cilindro en el interior, menos mal. Podría hacer la demostración en la reunión del consejo. Estaba en su casa, tenía que preparar la presentación para el viernes. Para la demostración había pedido que le llevasen un chimpancé del laboratorio a la sala de reuniones, enjaulado por supuesto. Ya en los ensayos había utilizado varios. Resultaba obvio que el efecto en humanos era todo un éxito. La policía no averiguaría nada y cerrarían el caso. Quizás con el tiempo cuando el IDP 543 se usara como un arma de modo habitual alguien relacionara los esqueletos con ella...
Llegó el viernes. El Dr. Perkins estaba en la sala ante el consejo de dirección. Junto a él en una jaula estaba el chimpancé. Hizo la presentación del proyecto. Evidentemente podría aplicarse a otros objetos cotidianos, tener más o menos cilindros...Había causado gran expectación, querían ver la demostración. Se murmuraba cuánto podrían ganar con el IDP 543.
El Dr. Perkins tomó el encendedor que tenía en su maletín, y se acercó a la jaula. Empezó a juguetear con él para llamar la atención del chimpancé, que sacó el brazo y se lo quitó de la mano. El primate lo miró, lo olió y lo lanzó fuera de la jaula. Perkins, irritado, lo recogió y pronto sintió que su mano se quemaba..., al instante solo quedó un esqueleto sobre la alfombra. Sí, había caído, ciego por su ambición, víctima de un invento terrorífico. Al caer el encendedor al suelo de manera violenta, se había abierto uno de los resortes y...
mmhr/2014
Gracias, Xabier, por animarme.
sábado, 1 de septiembre de 2018
IDP 543 (1)
El tren ya había seguido su trayecto.
Un pasajero encontró en el pasillo un encendedor, parecía valioso. Por un instante decidió buscar al revisor y entregárselo. Seguro que a su dueño le gustaría encontrarlo. Empezó a observarlo. Era plateado, tenía incrustradas unas piedras semipreciosas. Al tocar una de ellas, se abrió una especie de compartimento minúsculo y algo cayó de su interior. Buscó durante un largo rato y al fin vió un cilindro dorado de proporciones casi microscópicas. Se agachó y lo cogió. Entonces sintió que sus dedos se quemaban. Sintió un dolor inaguantable y sus dedos se fueron descarnando a gran velocidad y en menos de treinta segundos sólo quedaban sus huesos en el suelo.
Nadie encontró explicación para aquel suceso. En el pasillo de un tren había aparecido un esqueleto.
Cuando leyó en el periódico la noticia supo enseguida que aquel esqueleto y su encendedor habían estado en contacto. El prototipo de destrucción instántanea IDP 543 no podía perderse y llegar a manos del enemigo. Pero no sería difícil encontrarla, pues iría dejando pistas fáciles de seguir. mmhr (septiembre/2011)
8 comentarios de Free Like the Wind
emilio dijo
Vaya, merhum, no conocía yo esta faceta tuya. No entiendo mucho de relatos, pero yo te pongo un 10. Para que te animes a seguir escribiendo, antes de empezar...Bueno, y también después!merhum dijo
Buenas noches, Emilio. No es el primero que escribo y en este blog hay algunos. Mucchas gracias por la nota .Un abrazo.
javierdemurga dijo
Extraño y original relato, es una pena que no continue.Un abrazo.
Xabier.
merhum dijo
Gracias, Xabier. Cuando se me ocurre escribir relatos cortos, como este, es la respuesta a una pulsión inmediata. La idea va desarrollándose mientras le doy al teclado a partir de la primera frase. He escrito otros un poco más largos. Quizás algún día los continúe.Un abrazo.
dezabaleta dijo
Genial, un relato genial !Saludos
Mark de Zabaleta
merhum dijo
Muachas gracias, Mark. Saludos.merhum dijo
El tabaco te deja en los huesos, pero lentamente. La IDP 543 es rapidísima. Gracias. Saludos.Entradas populares
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Ángel de Pablo Escribà dijo